Que nuestra civilización está
enferma es un hecho incuestionable. Las torturas, las matanzas, los
asesinatos, las guerras, la hambruna, etc.
son pruebas irrefutables de ello.
Además la crisis económica que
atravesamos en estos momentos ha contribuido a empeorar la situación
que viven las personas marginales, sobre todo lo que respecta al
empleo y a la educación de las mujeres; incluso en ciertos países se
ha incrementado la tasa de analfabetismo femenino.
Ante
este desolador panorama las mujeres lo sufren doblemente porque son
usadas como excusa, como pretexto, como moneda de cambio; se
convierten en el chivo expiatorio de las crisis económicas, de los
homicidios por represalias, componen la mayoría de las personas
refugiadas y desplazadas del mundo, se ven abocadas a mantener ellas
solas a sus familias, son víctimas de violaciones, abusos sexuales y
palizas practicadas con absoluta impunidad.
No
nos tenemos que marchar muy lejos para ver el sangrante panorama de
las mujeres apaleadas y muertas a manos de violentos varones.
Cuanta
demagogia, cuanto abuso y pretexto, para hacernos notar, se emplea en
torno a todo lo relacionado con la mujer. Deberíamos hacer un examen
de conciencia y reflexionar sobre nuestra parte de responsabilidad en
estos temas. Nosotros y nosotras, personas bienpensantes, que a simple
vista no maltratamos a nadie, deberíamos saber que no sólo se es
responsable por acción sino por omisión. Cuando en nuestras aulas no
educamos a nuestro alumnado por igual, cuando disculpamos determinadas
acciones como cosas de “chicos” porque “ellos” son más
brutos, cuando damos por sentado muchas cosas que no tienen porqué
ser así, cuando a nuestros alumnos varones no les educamos en los
sentimientos y a nuestras alumnas en la autonomía, cuando vemos
normal que los chicos sean desordenados, violentos, etc, estamos
contribuyendo a crear una sociedad injusta, desigual y desfasada para
lo que exigen los tiempos que corren.
Me
pregunto qué tipo de sociedad estamos fomentando desde todos los ángulos
sociales, incluidas las personas que por su trabajo o por su cargo
deberían abanderar un cambio social profundo.
Así
vemos sentencias como la de Baleares que estiman que palpar el culo a
una empleada sin su consentimiento no es motivo de despido, o la que
considera que no ha habido ensañamiento con la mujer después de
cincuenta puñaladas porque ya había muerto en la primera. En esta línea
podríamos seguir con un anecdotario que movería a la risa sino
fuesen temas tan sumamente sangrantes y dolorosos, pero ya sabemos que
imbéciles hay en cualquier profesión lo malo es que algunas tienen
mayor trascendencia que otras.
También
nuestro presidente Bono, además de que hablen de él, ha conseguido
como positivo que se reabra el siempre mal cerrado tema de los
maltratadores.
No
estoy de acuerdo con que se publique el nombre de estos energúmenos a
no ser en las sentencias que ya son públicas y publicadas, más que
nada por cuestión de principios y porque creo sinceramente que no
tiene ningún carácter disuasorio, ni ayuda a ampliar la conciencia
social, ni siquiera garantiza el rechazo a estos personajes.
La
época de la lapidación pública ya pasó afortunadamente y cualquier
propuesta debe ser cada vez más civilizada y superadora de la
anterior. Así, me gustaría que en vez de listados públicos, se
hiciesen listados de medidas preventivas, correctoras, legislativas,
coeducación en las escuelas, etc.
El
profesorado desde nuestras aulas, los padres y madres desde la
familia, la judicatura desde los juzgados, los presidentes desde sus
tribunas, los medios de comunicación desde su implicación valiente
en los temas, etc., podemos ayudar a la construcción de un mundo más
justo, mejor que en el que nos ha tocado vivir, donde ninguna mujer,
que al fin y al cabo somos más de la mitad de la población, se vea
obligada a vivir arropada por el miedo, en la tenebrosidad de la
violencia, en la indignidad del silenciamiento y la minusvaloración
personal, en el centro de comentarios sobre su cuerpo, cuando no
muerta a manos de tu marido como en el reciente, lamentable y triste
suceso de Albacete. Debemos lograr un mundo donde no haya más
“Tanis” condenadas triplemente por mujer, gitana y pobre, sin
tener en cuenta el pasado de víctima, como si no tuviese biografía y
su condena no la hubiera ya cumplido antes del tiro que precisamente
la liberó de ella.
Tenemos
un problema pendiente, solucionémoslo poniendo de nuestra parte cada
sector y dejémonos de demagogias y de usar a las mujeres como
pretexto.
Fdo.:
Mª Carmen Ferrer Abellán
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