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¿ORIENTACIÓN O PREJUICIOS? |
Estamos comenzando un nuevo curso y nos recargamos las pilas con nuevos proyectos, ideas, intenciones. Llega el momento de iniciar una reflexión desde nuestros centros de cómo educamos y como consecuencia de ello cómo orientamos posteriormente a unos o a otras según los sesgos que la sociedad nos impone. A bote pronto, alguien pudiera pensar que a niños y a niñas se les da la misma educación, tienen idéntico acceso al conocimiento, a las nuevas tecnologías… Efectivamente les damos la misma educación: una educación sesgada, dónde difícilmente las niñas, las mujeres, están reflejadas en sus logros, sus luchas, su pensamiento. Educamos con parámetros masculinos, si bien esto ha cambiado algo (algunos libros de texto cuidan más el lenguaje, los ejemplos, etc.) queda todavía bastante por hacer. Si bien la discriminación no es tan burda como antes pero es, ciertamente, más sutil. Las mujeres podemos caer en la tentación de ser un grupo radical, marginal; yo creo que debemos ir más bien por el camino reivindicativo aportando datos a la hora de plantear nuestras propuestas. La evidencia de la diferente orientación, educación y promoción que tenemos las mujeres se ve claramente en los siguientes datos: el 60% de las personas que finalizan sus estudios universitarios son mujeres, con mejores notas (tanto en carreras de ciencias como en Letras) que los varones, en las últimas pruebas de selectividad del pasado mes de junio, las chicas obtuvieron el 86´58% frente al 85´1% de los varones; pero más allá de expedientes, pruebas, etc., la realidad es que la participación de las mujeres en el vértice de las pirámides de cualquier ámbito dista mucho de ser igualitaria, a medida que se van subiendo peldaños en la escala profesional, ya sean en actividades investigadoras, docentes, empresas, etc., las mujeres van quedando prácticamente reducidas a niveles testimoniales. Los estudios realizados en Europa (ETAN, “Grupo HelsinKi”, etc.) dibujan un panorama preocupante para las mujeres en los ámbitos industrial, académico, en la ciencia y en la investigación. Dichos estudios sacan a la luz las diferencias de participación de las mujeres en Europa. En los países nórdicos las mujeres participan en un alto grado, en los mediterráneos en un grado intermedio y en los centroeuropeos existe un considerable retraso que contrasta con su grado de desarrollo. Por ejemplo la Asamblea de las Ciencias y Tecnologías se creó en 1994 con una representación de cien varones y cuatro mujeres en su primera convocatoria. Hoy las proporciones son de entre el treinta y el cuarenta por ciento. Con todo, el informe ETAN pone de manifiesto que las mujeres están insuficientemente representadas en el profesorado y la investigación, sobre todo en el número de catedráticas. En nuestro país la incorporación de las mujeres a la vida pública y sobre todo a las actividades de investigación, ciencias, tecnologías y otras materias afines ha sido tardía. No ha habido apenas participación pública hasta la década de los setenta, aunque es en la década de los ochenta cuando logran alcanzar el treinta por ciento en matriculación universitaria. Hace apenas treinta años sólo había un insignificante 2% de las mujeres matriculadas en carreras como Ingeniería, actualmente tiende a equilibrarse aunque todavía insuficientemente en un 27´7%. A pesar de que debería ser la equidad el principio regidor y referente del mundo científico, las cifras demuestran la dificultad de las mujeres en todos los ámbitos y sobre todo en la carrera investigadora y científica. Las discriminaciones son cada día más sutiles, pequeñas y continuadas. Desde el entorno masculino se intenta argumentar que la dedicación de las mujeres a la familia, a las criaturas y a las personas mayores ralentiza las carreras de las mujeres, pero esto es un mero pretexto para perpetuar actitudes machistas y no cambiar estructuralmente aquello que relega a las mujeres a un segundo plano puesto que existen estudios que demuestran que el hecho de tener hijos no diminuye la productividad en ningún ámbito. A la luz de los datos enunciados nos deberíamos preguntar qué ocurre en la educación que desde edad temprana se les va encaminando a las niñas y a los niños por caminos tan distintos. Deberíamos trabajar junto a las familias todos los aspectos que llevan a opciones determinadas independientemente de las capacidades de las personas, en función de unos estereotipos que se fomentan desde la cuna y que parecen inamovibles, confundiendo naturaleza con prejuicios pseudocientíficos. Ahora es el momento, pongámonos manos a la obra.
Mª Carmen Ferrer Abellán |