LA DEFINICIÓN
“Se denomina así a una superficie superior
invisible en la carrera laboral de las mujeres, difícil de traspasar, que nos
impide seguir avanzando. Su carácter de invisibilidad viene dado por el hecho de
que no existen leyes ni dispositivos sociales establecidos ni códigos visibles
que impongan a las mujeres semejante limitación, sino que está construido sobre
la base de otros rasgos que por su invisibilidad son difíciles de detectar.”
Mabel BURÍN
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También se suele conocer como “suelo pegajoso” que
agrupa las fuerzas que mantienen a tantas mujeres atrapadas en la base de la
pirámide económica.
Ese famoso techo de cristal que impide a las
mujeres alcanzar las metas profesionales para las que están preparadas parece
invisible, pero las estadísticas demuestran que existe; es decir, es un término
enigmático, secreto, indetectable, pero cuyo resultado es cuantificable, y real:
la no existencia de mujeres en los vértices jerárquicos de las organizaciones.
DATOS DE LA OIT
Según cifras de un estudio de la OIT (“Breaking
the glass ceiling: Women in management” de Linda Wirth)
presentado en mayo de 2001 se observó:
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Que las mujeres sólo desempeñan del 1 al 3 por
ciento de los máximos puestos ejecutivos en las mayores empresas del mundo.
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Que sólo 8 paises tienen como jefa de estado una
mujer.
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Que las mujeres constituyen el 13 por ciento de
los parlamentarios del mundo; y 21 países cuentan con una mujer desempeñando la
vicepresidencia o segunda magistratura del Estado.
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Que, aunque las mujeres representan casi el 40 por
ciento de los miembros de las organizaciones sindicales, sólo son mujeres el 1
por ciento de los dirigentes de los sindicatos.
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Que el “diferencial salarial” llega a ser de un 10
a un 30 por ciento en detrimento de las mujeres, incluso en los paises que están
más avanzados en términos de igualdad de género.
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Que las mujeres trabajan más que los hombres en
casi todos Los países y que son ellas quienes siguen realizando la mayor parte
del trabajo no retribuido.
ALGUNOS SECTORES COMO EJEMPLO
EL “TECHO” DE LAS INVESTIGADORAS DEL ESTADO
ESPAÑOL
Según Flora de Pablo –
Investigadora del CSIC (Consejo Superior de
Investigaciones Científicas) y presidenta de la Asociación de Mujeres
Investigadoras y Tecnólogas– “Se
sienten ante un techo de cristal”, invisible, pero asfixiante. Y no parece
que la realidad mejora con los años, en algunos casos empeora:
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Si en 1981 el porcentaje de profesoras de
investigación en el campo de la Biología y la biomedicina era 14%, en
2001 retrocedieron un punto.
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Del 8% de mujeres que en 1970 daban clases en
laboratorio, sólo se ha avanzado al 14%. Treinta años de diferencia y
avances mínimos.
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Margarita Salas sigue siendo la única mujer que
ocupa sillón de la Real Academia de Ciencias, junto a 42 hombres. En la
de medicina repite situación Carmen Maroto; en su caso comparte
situación con 50 varones.
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No sólo hay que fijarse cuántas llegan, dicen las
científicas, sino cuando: la edad de ellos ronda los 47, ellas tenían 61
cuando lograron ser profesoras de investigación. No se puede pensar que
es que las mujeres no optan a la promoción: en 1998 y 1999 se
presentaron 180 hombres y 60 mujeres a la promoción.
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LA MUJER EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN:
A pesar de que la mujer está consiguiendo cargos
de alta dirección, todavía un 97% de los puestos “número uno” están
copados por hombres. En 1999 las mujeres sólo ocupaban el 17% de los
cargos directivos, tanto públicos como privados, en el Estado Español. Si
consideramos los puestos directivos, sólo el 7,6% es ocupado por una
mujer.
Las mujeres no están en los puestos de mando de
los medios de comunicación, pero son la mayoría en las facultades y
escuelas de periodismo: el 68% del total del alumnado que acabó la carrera
el curso 98-99 en la U. Complutense de Madrid fueron mujeres También las
mujeres son el colectivo que recibe mejores calificaciones en esta
carrera. La media de las calificaciones (año 99 Universidad C. Madrid) en
el caso de las alumnas fue de un 6,83, y la de los alumnos fue un 6,64.
Las notas mínimas de ambos géneros, coincidían, 5,57, pero la nota máxima
fue la de una alumna con un 9,55 de nota media de la carrera, mientras que
la del alumno que consiguió mejor calificación fue un 9,14.
Mejores calificaciones no conducen, sin embargo, a
alcanzar mayor presencia en el mercado laboral: la tasa de ocupación de
las mujeres universitarias es del 62%, mientras que la de los
universitarios es del 72%; la tasa de paro de las universitarias es el
doble (12,16%) que la de sus compañeros (6,42%).
Se podría pensar que la situación descrita
corresponde a las últimas generaciones de licenciadas y licenciados; sin
embargo, según datos del CIS (1999) en la profesión periodística, la
proporción de mujeres que han cursado estudios universitarios completos
supera en dos puntos a la de hombres.
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Algunos obstáculos:
Tanto en el caso de los medios de comunicación
como en otros, las investigaciones han citado diversos obstáculos al acceso de
las mujeres a los puestos de decisión:
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Las estructuras de la industria, jerárquica, y con
hombres ocupando casi todos los puestos de toma de decisión. Funciona el
principio de cooptación (designar por elección a alguien y no por reglamento o
méritos) para muchos de esos puestos.
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El entrenamiento predominante de las mujeres en
los vínculos humanos con predominio de la afectividad puede entrar en
contraposición (y de hecho entra en infinidad de ocasiones) con ese mundo del
trabajo masculino, donde los vínculos humanos se caracterizarían por un máximo
de racionalidad y con afectos puestos en juego mediante emociones frías:
distancia afectiva, indiferencia, etc.
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El trabajo de muchas mujeres en espacios
tradicionalmente masculinos es observado de forma más inquisitiva que el de
sus compañeros varones. Se les exige un nivel de “excelencia”.
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Los estereotipos: Algunos de los que configuran el
“techo de cristal” se formulan de la siguiente manera: “las mujeres temen
ocupar posiciones de poder”, “a las mujeres no les interesa ocupar puestos de
responsabilidad”, “las mujeres no pueden afrontar situaciones difíciles que
requieran autoridad y poder”… Estos estereotipos tienen múltiples
incidencias: Por una parte, convierten a las mujeres en “no-elegibles” para
puestos que requieran autoridad y ejercicio del poder. Por otra, hay mujeres
que asumen este estereotipo interiorizándolo, repitiéndolo casi sin
cuestionarlo y como si fuera resultado de elecciones propias. También es
cierto, que hay grupos de mujeres más innovadoras que, admitiendo el
conflicto, lo enfrentan con recursos variados cada vez que ocupan tales
puestos de trabajo.
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De igual manera no cabe menospreciar la incidencia
que los estereotipos tienen en la orientación (ya sea desde la familia o desde
el sistema educativo)
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La doble carga: es conocido que las mujeres
profesionales hacen malabarismos para compaginar su trabajo fuera de casa con
las tareas domésticas, a menudo de forma unilateral.
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La auto desconfianza: sin duda la falta de modelos
femeninos con los que identificarse hace que se agudice la inseguridad y el
temor a la falta de eficacia cuando se accede a lugares de trabajo
tradicionalmente ocupados por varones.
Aún no hay una mayoría significativa de mujeres
conscientes e inquietas con esta problemática (no sólo en los medios de
comunicación, sino en cualquier sector económico). Por lo que no existe la
suficiente presión para detectar e impulsar otras formas diferentes y más justas
de organización social.
PAPEL DE LA EDUCACIÓN
Afirma Mabel Burín que parte del “techo de
cristal” como límite, se gesta en los primeros años de la infancia y adquiere
una dimensión más relevante partir de la pubertad.
Partiendo de que estas etapas vitales resultan
cruciales para oponer resistencia al dispositivo social del “techo de cristal”,
como enseñantes que contamos con una “relativa” influencia sobre nuestro
alumnado tenemos la opción, si no la obligación, de poner en manos de nuestro
alumnado herramientas para abordar toda esta situación desde el ANÁLISIS
CRÍTICO, que permita operar transformaciones en ese “techo de cristal” y ayudar
en la formación y configuración de las alumnas como sujetos..
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