8 de marzo de 2011.-
Día Internacional de la Mujer
La
primera celebración en Europa del Día Internacional de la Mujer se
produjo el 19 de marzo de 1911 y fue Aleksandra Kollontai
(1872-1952), destacada política revolucionaria, defensora de los
derechos de las mujeres, quien propuso esa fecha inicial. En los
primeros años, el Día Internacional de la Mujer, se celebraba en
fechas diferentes según los países. La idea de dar a esta
celebración un carácter internacional fue de Clara Zetkin
(1857-1933), una de las mayores promotoras de la articulación
internacional del movimiento de mujeres proletarias.
En ese primer Día Internacional de la
Mujer, marzo 1911, salieron a la calle más de un millón de mujeres
demandando, además del derecho al voto y a ocupar cargos públicos,
el fin de la discriminación en el trabajo.
8 de marzo de 2011, un siglo después
de aquella primera celebración, la actual realidad de las mujeres en
el planeta presenta dos caras.Por una parte, la de millones de
mujeres que no son dueñas de su cuerpo y sufren múltiples
violencias; la de miles de mujeres que trabajan en las maquilas, en
trabajos precarios, sin horarios, sin derechos y por un salario de
subsistencia; la de miles de mujeres que cargan con las tradiciones
culturales y religiosas más onerosas que las mutilan genitalmente,
las someten a la voluntad de sus maridos y las tapan con velos; la
de miles de mujeres y niñas que son traficadas y explotadas
sexualmente cada día; la de miles de mujeres que luchan
denodadamente y se organizan para conseguir libertades y derechos
que le son vedados por el hecho mismo de ser mujeres.
La otra cara de la realidad es la de
miles de mujeres que ya han conseguido derechos pero a las que la
actual era de capitalismo global, está restringiendo, alentando una
violenta reacción patriarcal, que coloca a las mujeres en una
posición de resistencia. Se ven obligadas a luchar para no perder
los derechos conseguidos e intentar seguir avanzando.
Cien años después de aquel marzo de
1911, sigue pendiente el objetivo de visibilizar, de recuperar la
historia de las mujeres; sigue pendiente reconocer, nombrar, valorar
y empoderar el papel de las mujeres en la sociedad. Si hacemos un
repaso de lo que nos cuentan de la historia de la humanidad,
observando los libros de historia, de ciencias, de filosofía, nos
da la sensación de que las mujeres no han existido en la ciencia, de
que se ha silenciado su relevante papel en la política y en la
economia, en la educación; nos da la sensación de que no han
participado en la historia, en el mantenimiento de la vida y en el
bienestar de las personas. Especialmente dramática ha sido la doble
invisibilidad de las mujeres que no se ajustaban al modelo normativo
heterosexual como lesbianas o transgénero.
Hoy, a pesar de los indudables avances
conseguidos en la igualdad legal, se sigue invisibilizando a las
mujeres. Un ejemplo claro es el trabajo doméstico realizado
fundamentalmente por ellas y que pasa a la esfera de la
invisibilidad económica y del modelo productivo. Si los indicadores
de la macroeconomía contabilizaran esta aportación de las mujeres
supondría más del 25% del PIB. También se invisibiliza socialmente a
las mujeres cuando no se reconoce la importancia del trabajo de
cuidados y reproductivo. Se invisibiliza a las mujeres cuando las
instituciones legislan sin realizar los pertinentes informes de
género. Se invisibiliza a las mujeres cuando no se reconocen los
condicionantes culturales y sociales que impiden que las mujeres
accedamos a los cargos públicos y a los puestos de dirección en
igual número que los hombres. La invisibilidad es una situación de
discriminación provocada por siglos de cultura patriarcal y machista
que hay que erradicar.
En este 8 de marzo de 2011, en el
Estado Español, las mujeres estamos siendo doblemente afectadas por
una crisis sistémica que no hemos provocado y por unos planes de
ajuste que el Gobierno impone para resolverla. Antes de la crisis,
las mujeres ya padecíamos más precariedad laboral, menor tasa de
actividad, menores prestaciones sociales y salarios más bajos. Esto
sólo puede explicarse porque el actual sistema capitalista ha hecho
de las mujeres el tipo de trabajadoras idóneas para sus intereses,
es decir, somos las trabajadoras que producimos más beneficio y
ofrecemos más flexibilidad y versatilidad en el trabajo. Con la
excusa de la crisis el Gobierno suprime organismos creados para el
fomento de la igualdad real, aplaza medidas acordadas para
incrementar la corresponsabilidad, baja los salarios, reforma las
pensiones, recorta inversión pública en los sistemas de protección
social. Las consecuencias para las mujeres son inmediatas:
Crece el trabajo gratuito e invisible
en el hogar a causa de los recortes sociales.
Crece el número de mujeres en sectores
informales y feminizados de la economía.
Crece el número de mujeres sin puesto
fijo, mal pagadas, sin prestaciones sociales, con empleo a tiempo
parcial, trabajadoras a domicilio, subcontratadas, etc.
Se precariza el estado de bienestar y
se deterioran las relaciones personales en las parejas.
Se incrementa la violencia machista,
el acoso y la explotación sexual.
Y, cuando sólo llevamos un mes de
2011, tenemos que lamentar el elevado número de 8 mujeres asesinadas
por violencia machista en España.
Desde la organización de Mujeres de
la Confederación Intersindical apostamos por la transformación
del actual modelo socioeconómico, capitalista y patriarcal, que
está demostrando su incapacidad para dar respuesta a las necesidades
de las personas y a la ancestral discriminación que sufren las
mujeres.
Trabajamos para que, de una vez por
todas, se termine con la división sexual del trabajo y sea
garantizada la autonomia económica y personal de las mujeres y de
todas las personas.
Trabajamos para articular la lucha de
todas las mujeres, integrando todas las diferencias, políticas,
estratégicas, generacionales o culturales para combatir el sistema
patriarcal que nos priva de recursos y de derechos.
Exigimos políticas que nos permitan a
las mujeres tomar parte activa en los procesos de transformación
político-social hacia una sociedad justa, igualitaria y libre.
Trabajamos en la construcción de
espacios de libertad en los que las personas puedan elegir cómo
quieren vivir su sexualidad o su identidad.
Apostamos por la coeducación como
única vía de aprender a relacionarse en igualdad y respeto hombres y
mujeres.
Trabajamos para que se reconozca y se
visibilice la presencia y la participación de las mujeres en la
economía, en la historia, en cualquier campo del saber y en la
política, porque sólo recuperando nuestra historia podremos
construir el futuro.
8 marzo 2011 |