STEs Castilla y León►Mujer►8 de marzo de 2003 |
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L as mujeres de la Confederación de STEs nos unimos a las mujeres iraquíes que están viendo morir a sus hijos e hijas en los hospitales de Bagdad porque el bloqueo impide la llegada de medicamentos, a esas mujeres que están muriendo en los partos, que tienen hijos con malformaciones espantosas a causa del uranio empobrecido de la guerra del 91, con ellas, que siguen creando lazos de solidaridad y luchan por mantener la normalidad de la vida de los suyos en medio de tanto horror y que temen que en pocos días la guerra vuelva a repetirse, que el imperialismo yanqui caiga sobre ellas y sus familias con el único objetivo de controlar el subsuelo petrolífero de su país.Nos unimos a las mujeres gallegas que han visto teñirse de negro las playas donde mariscaban, los puertos donde cosían las redes, el mar de donde procedía el pescado que vendían, ellas, que soportaron las largas ausencias del marido marinero, temiendo cada día que no volviese, criando a sus hijos y trabajando duramente en las playas de los crudos inviernos de temporal atlántico, han visto morir sus costas, su trabajo, su vida, el sustento de su familia. Ellas gritan nunca máis mientras recogen chapapote como los hombres, aunque nunca salgan en los medios, organizan la economía de resistencia y renuncian a las míseras conquistas de bienestar de los últimos años para tratar de mantener a su gente, aunque saben que sólo queda la emigración, que sus hijos se irán, sus nietos nacerán en países lejanos, hablarán otras lenguas y ellas quedarán para ver morir su pueblo y su cultura. Y todo por la avaricia de los armadores, la insensatez de los gobiernos, la lógica capitalista de reducir costes en el transporte de petróleo sean cuales sean las consecuencias. Estamos con las mujeres venezolanas que rechazan a quienes organizan el odio y el caos, que están en primera línea para luchar por su derecho a vivir en paz y defender la Constitución Bolivariana de Venezuela, que les ha dado, por primera vez en la historia, el derecho a la total igualdad legal, a la seguridad social, a una pensión para las amas de casa. En 1999 el pueblo creó y aprobó, con el 72% de los votos, una nueva Constitución. Las mujeres, las comunidades indígenas que, como el resto de las Americanas, han estado bajo amenaza de genocidio durante siglos, comunidades de color, y otros grupos sociales que sufren discriminación, ganaron derechos por los que habían luchado durante años. Pero junto a estas medidas había otras necesarias sobre la nacionalización del petróleo de su país que han desatado las iras del capitalismo todopoderoso. Ellas están en las calles para gritar que no quieren seguir pasando hambre, que quieren vivir dignamente y salir adelante y que no quieren seguir siendo víctimas por el mero hecho de vivir en un país petrolífero. La vida, en su sentido más amplio, está amenazada por el afán de poseer y rentabilizar el petróleo, el llamado oro negro que simboliza la obsesión de poder y control sobre el mundo, por parte de los imperios capitalistas. No entendemos esta lógica de destrucción, y por eso, desde la Organización de Mujeres de la Confederación de STEs gritamos con tantas mujeres del mundo, este 8 de marzo, que no queremos más muerte por dinero, que no queremos más sangre por petróleo, que no queremos más hambre por la ambición de unos pocos. ¡Nunca máis vida por petróleo! |
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