Estos
días la reforma que nos impone la troika
contra el sistema de pensiones,
la está poniendo en
la cocina el gobierno de Mariano Rajoy,
bajo un supuesto estudio de
sostenibilidad a cargo de un elenco de
“expertos” más bien comité de interesados
vinculados profesionalmente a bancos,
aseguradoras y algún sindicato . Su
labor ha sido la de facilitar la liquidación
del sistema publico de pensiones conocido a
favor de la banca y
la patronal de las aseguradoras
privadas.
Cada vez que
se nos quieren imponer un nuevo recorte
cambiando el modelo social constitucional se
habla de “sostenibilidad” desde posiciones
ideológicas e insostenibles
en un camino de destrucción de lo
publico a favor de lo privado. Esta
vez le toca a las pensiones para
recortarlas, bajarlas y abrir la vía de un
suculento de negocio para banca y
aseguradoras.
El primer paso es la
alarma social que esta generando el gobierno
del PP lanzando mensajes de quiebra del
sistema de pensiones y de
“insostenibilidad”. Con eufemismos
trata de colar un factor de
liquidación denominando “factor de
sostenibilidad” donde, basándose en
la crisis y en la bajada de cotizantes por
el aumento de la paro, pretende
dinamitar el Pacto de Toledo y el actual
sistema de pensiones sin recurrir
al fondo de reserva, previsto para ser usado
en situaciones de crisis como la actual.
Todo este perverso
lenguaje trata de alterar el principio de
pensión según la cotización
producida en los años de actividad laboral,
desligándola de la misma y atándola
a la marcha de la economía,
principio neoliberal por excelencia. Según
lo pretendido la pensión no se
cobraría según lo cotizado, por lo que el
agujero en la pensión sería evidente y la
necesidad de acudir a un sistema privado
sustitutivo o complementario evidente,
para mayor regocijo de entidades financieras
y aseguradoras.
Otra de las afiladas
armas contra el sistema público es
la desvinculación de la
revalorización de la pensión del IPC,
con lo que disminuiría su poder adquisitivo
y aumentaría la necesidad de “complementar”
con un sistema privado. Incluso
ligar la pensión a la esperanza de vida
(FEI), quebrando el principio de pensión por
cotización, va encaminado en la misma
dirección, la reducción de un 20 % con
respecto a la actual, sin tener en cuenta
que las proyecciones demográficas siempre se
equivocan en el tiempo. Con ambas medidas
se recortarían un 30 % las pensiones
actuales. Esto se añade al recorte del
gobierno anterior del PSOE, que inició este
peligroso camino de liquidación de
pensiones.
Sin embargo con estas medidas se
ignora que, para
consolidar el sistema público de pensiones
y para salir la crisis económica, hay que
incrementar el empleo estable y con
derechos de los cotizantes y las rentas
salariales (bases de cotización).
La suficiencia presupuestaria
quedaría garantizada con una reforma fiscal
progresiva que abriera una
nueva financiación de pensiones con
impuestos, de lo que no se quiere hablar.
Las pensiones no son altas sino
bajas: la pensión
contributiva media a fin de 2012 no llega a
mil euros -955 euros-, solo algo
más de la mitad (56%) del salario medio
bruto -1.700 euros-. Además, en España,
el porcentaje de gasto público
respecto del PIB (10,1% en 2010),
dedicado a pensiones públicas, es
menor que en los principales países de la
eurozona (15,3% de Italia, 14,6% de
Francia, 12,5% de Portugal y 10,8% de
Alemania, e inferior a la media de la UE-27
-11,3%-). Los desequilibrios entre
los ingresos y los gastos, son
resolubles por el incremento de los recursos
a medio plazo: más empleo, mayores
salarios medios y bajos.
Lo que se
está planteando es una opción política
unilateral e ideológica en beneficio del
poder económico y financiero
y frente a los intereses de la
mayoría de la sociedad: los
trabajadores y pensionistas. No es
una discusión técnica como
pretenden hacernos creer. Estamos ante
un debate ético y sociopolítico que
va a definir la calidad social y democrática
de nuestro país, del bienestar
público y la seguridad social,
frente a la voracidad del mercado
financiero y sus actores
gubernamentales.
Una ley que no cuente con mayoritario
consenso social
,
con un amplio tiempo para el debate y el
diálogo con la comunidad educativa y
que no elimine elementos que
destruyan empleo,
contrarreformistas y reaccionarios,
no tendrá futuro.
No prosperará por mucho
que se empeñen con la
austeridad, los recortes y el desprestigio
gratuito a la enseñanza pública. ¡SI SE
PUEDE!.