Opinión.-
Pedro Vicente. Periodista |
Un pacto tan deseable como imposible
En tanto se decide a presentar las cuentas
de la comunidad autónoma para el 2012, la
Junta de Castilla y León ha optado por ir
dando a conocer por entregas los ajustes
presupuestarios que se nos vienen encima. Si
hace dos semanas fue la consejera de
Hacienda, Pilar del Olmo, quien concretó el
techo de gasto no financiero y el marco
macroeconómico manejado por el gobierno
autonómico, ayer fueron los consejeros de
Sanidad y Educación, Antonio Sáez y Juan
José Mateos, los encargados de salir a la
palestra parlamentaria para informar sobre
las estrecheces presupuestarias que acucian
a sus respectivos departamentos.
Supuestamente se trataba de diseccionar
sobre el hemiciclo eso que unos, los que
gobiernan, llaman ajustes, y otros,
los de la oposición, denominan recortes.
Si algo quedó claro después de tres horas de
confrontación dialéctica entre la Junta y la
oposición, es que la posibilidad de alcanzar
un pacto de comunidad para el blindaje de
los servicios públicos esenciales es algo
metafísicamente imposible. Las posiciones
dificilmente pueden estar más alejadas y
enfrentadas. No es lo de la botella medio
vacía o medio llena. Es que unos la ven casi
llena y los otros prácticamente vacía. El
abismo que les separa se visualizó ayer
especialmente durante el toma y daca
sostenido por el consejero de Sanidad con
los portavoces de la oposición. Lo que para
Sáez es un conjunto de reformas para
«racionalizar el gasto» y garantizar con
ello la «sostenibilidad» de nuestro sistema
público de salud sin merma de su calidad,
para los socialistas constituye «una
agresión sin paliativos» que «no deja títere
con cabeza» y «se lleva por delante» los
principios de la Sanidad Publica. Una
divergencia radical compartida por el
procurador de IU, José María González, a
juicio del cual el PP ha decidido implantar
«el impuesto a la enfermedad».
Sáez aguantó semejante chaparrón con la
flema en él habitual contraponiendo su plan
de ahorro, cifrado para el conjunto de un
año en 234 millones, con los 1.005 millones
que, según cierto documento presentado hace
meses por el PSOE, cabía ahorrar en la
Sanidad de Castilla y León. «No puede ser
que ustedes defendieran que es posible
ahorrar más de mil millones y descalifiquen
un plan de ajuste por un coste mucho menor»,
dijo el consejero.
Igual de irreconciliables fueron las
posiciones en torno a los
ajustes/recortes en el ámbito de la
Educación. El consejero del ramo, Juan
José Mateos, utilizó el mismo «mantra» de la
«racionalización» y la «sostenibilidad,
pero a diferencia de su colega sanitario
eludió cuantificar el coste de las
diferentes medidas en marcha. Así se lo
reprochó la socialista berciana Ángela
Marqués, quién aprovechó los cinco minutos
de que dispuso para reprochar a Mateos esa
falta de concreción económica y
preguntar directamente por el número de
profesores que pueden quedarse en la calle
el próximo curso.
Y no anduvo a la zaga en la crítica a los
ajustes educativos el leonesista Alejandro
Valderas, para quién las medidas anunciadas
por Mateos suponen «la intervención del
sistema educativo por parte de la Consejería
de Hacienda». Para Valderas, a partir de
ahora el titular de Educación debería
cambiar su rótulo por el de «consejero de
racionalización del gasto público en el
ámbito educativo». Lo dicho: Si alguien
mantenía alguna esperanza, ya puede
olvidarse de ese deseable pacto de comunidad
en torno al blindaje de los servicios
públicos.
http://goo.gl/WBgUd
Pedro Vicente. Periodista |
Un retraso sospechoso
Entrado mayo, quinto mes del calendario, la
comunidad de Castilla y León sigue sin
conocer sus Presupuestos del 2012. Cuando
tocaba presentarlos, allá por el mes de
octubre, la Junta decidió aplazarlos,
justificando su decisión en la falta de
Presupuestos Generales del Estado y en la
nula fiabilidad de las previsiones
facilitadas por el gobierno —entonces en
fase terminal— de Zapatero. Con esos
argumentos se optó por prorrogar el
Presupuesto del 2011 a la espera de que el
nuevo gobierno central presentara sus
cuentas para el 2012.
Cinco meses después dicha prórroga sigue
vigente y los Presupuestos del Estado ya no
son excusa, puesto que entraron en el
Congreso de los Diputados el pasado 3 de
abril. Desde esa fecha el gobierno
autonómico conoce con exactitud los ingresos
que el Estado va a transferir a esta
comunidad en el presente ejercicio. El
presidente de la Junta se dio de plazo hasta
el 30 de abril para cerrar el nuevo
Presupuesto. ¿A qué se espera ahora?
Es cierto que en este tiempo las comunidades
autónomas, todas, están teniendo que revisar
sus cuentas para proceder a los ajustes
requeridos por el gobierno Rajoy: de un
lado, el exigido para acogerse al plan de
pago a proveedores y de otro, el derivado de
los 10.000 millones de euros a recortar en
Sanidad y Educación. Pero estos ajustes no
justifican este retraso indefinido en la
presentación del Presupuesto de la
comunidad, cuya tramitación parlamentaria
permite además incorporar, vía enmiendas
parciales, cuantos reajustes se consideren
necesarios.
Todo ello induce a sospechar que la Junta
está retrasando deliberadamente su proyecto
presupuestario. La motivación política
sería obvia: Mientras no se conozca
íntegramente y al detalle, partida por
partida, todo el gasto presupuestado, no se
puede visualizar en toda su magnitud el
alcance de los recortes sociales asumidos
por el gobierno de la comunidad. Entretanto,
y para salir del paso, se entretiene a la
oposición y al Parlamento adelantando
aspectos parciales (primero fue el «techo de
gasto» y hoy mismo serán los «ajustes» en
Educación y Sanidad) que escamotean esa
visión global. El Presupuesto es un retrato
político al que la Junta parece resistirse.
Teniendo en cuenta que la tramitación
parlamentaria se prolonga durante dos meses,
en el mejor de los casos los nuevos
Presupuestos de Castilla y León no entrarán
en vigor hasta mediados de julio, es
decir, iniciado el segundo semestre del año.
Y habrá que ver si dicha tramitación, que
suele acaparar la agenda parlamentaria, no
sirve a su vez de excusa para aplazar o
suprimir el debate sobre el estado de la
comunidad celebrado siempre a finales de
junio. Si ello fuera así, la tomadura de
pelo a la oposición sería mayúscula.
http://goo.gl/8DQtY
Pedro Vicente. Periodista |
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