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… si
ahora tenemos Ley de Transparencia, ¿entonces qué es lo que
teníamos antes?… ¿una Ley de Opacidad?
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Trajeron los
vientos de la crisis una orden de la Merkel
y ya está aprobada una ufana ley de
transparencia con la que se luce don Mariano
(a la fuerza ahorcan). La verdad es que esta
ley debieron haberla promovido los
socialistas el mismo día de haber
reconquistado la Moncloa en 2004 (y aún
antes), siquiera sea por la dencencia moral
que supone decirse de izquierdas, pero hace
ya tiempo que se les fugó de la boca y del
mitin el primer eslogan electoral de «cien
años de honradez»… se ve que eran ya
demasiados años y se conoce que se tomaron
un descansito merecido… si todos trincan,
¿por qué nosotros no?… y con más derecho
por no haber pillado cacho desde Pablo
Iglesias… ¿por qué no?… fue lo mismo que
las cotorras de palacio dicen que le dijo
Urdangarín a su cuñado, el futuro rey de
España («si todos lo hacen, ¿por qué yo no?,
le estoy dando a la infanta la posición que
merece y que nunca alcanzará con lo que nos
pasa la Casa»)… y dicen que fue en algún
sarao familiar cuando don Felipe le reprobó
airadamente su cachonda mascarada
financiera, sus chiringuitos en la playa del
todo vale… y su tirar el palacete por la
ventana.
Dice Sócrates -últimamente le veo algo
rabiado, me atorra- que si ahora tenemos Ley
de Transparencia, ¿entonces qué es lo que
teníamos antes?… ¿una Ley de Opacidad?…
esa y no otra debe ser… se comprueba cada
día en escándalos y tribunales: en nuestra
particular guerra de las galaxias nacionales
es el Lado Oscuro el que mola, el que manda
y el que tiene más cofrades, la órdiga,
todos con su capa-capote de Luis Candelas
embozándoles el rostro y cualquier
responsabilidad penal.
Esta Ley de Transparencia era ciertamente
urgente, pero llega más tarde que la cebada
al rabo de un burro muerto (y en la ruina su
familia). Era absolutamente necesaria, ¡ya!,
pero todos sospechan o saben que, en
realidad, la ley sólo logrará impedir el
descaro, no la trampa. La desfachatez está
prohibida, vale, qué menos, pero ¿no
encontrará la trampa nuevas vías y maqueos
para seguir metiendo cazo y librar escollos?
Ah, y lo que asombra, confunde o inquieta de
esta ley es que no ponga cristales y abra
ventanas en las cuentas del rey ni de los
jueces… ¿y eso?…
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Pedro
Trapiello
Escritor y periodista |