Caja
España-Duero recibirá 475 millones más del
Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria
(FROB) para sanear todos los activos
inmobiliarios «tóxicos» que ha ido
acumulando mediante especulación y
operaciones de alto riesgo por los que
esperaban obtener grandes beneficios para
sus accionistas. Esta inyección de más
ayudas públicas es lo que ha posibilitado la
fusión de Unicaja y España-Duero y lo que
facilita que se externalicen a un «banco
malo» todos esos activos inmobiliarios
«tóxicos», que «sanearemos» con el dinero
público de todos.
Estos 475
millones de euros se unirán a los 525
millones de euros que ya había concedido el
FROB, sumando la escandalosa cifra de 1.000
millones de euros del dinero de todos los
contribuyentes, es decir, 166.000 millones
de las antiguas pesetas. Esta orgía de
rescate bancario se une a los 30.000
millones de euros con que fue rescatada la
banca privada española en el año 2008, hasta
90.000 millones de euros con la creación del
FROB, y a los 1,6 billones de euros de
dinero público que la banca europea recibió
entre el 2008 y el 2010 y que Joaquín
Almunia, Comisario de Competencia, aprobó
prorrogar en diciembre del 2011 la concesión
de más ayudas públicas a los bancos por
parte de los Gobiernos nacionales.
Me pregunto
por qué siempre los gobiernos tanto del PSOE
como del PP encuentran dinero público, de
nuestros impuestos, para rescatar a la banca
privada cuya finalidad es conseguir más
beneficios para sus accionistas y que ha
sido la causante de buena parte de esta
crisis, y no encuentran dinero para
«rescatar» a los Ayuntamientos y
administraciones públicas que prestan
servicios a 45 millones de ciudadanos y
ciudadanas.
Quizá sea
porque ese 1% que controla los bancos y las
grandes fortunas ya no sólo influye en el
ámbito político con su riqueza y su presión
económica, sino que directamente ha tomado
la política. Recordemos que el expresidente
de Lehman Brothers España, De Guindos, es el
actual ministro de Economía o que Pérez
Renovales, subsecretario de la Presidencia,
viene de ser vicesecretario del consejo del
Banco de Santander, por poner sólo dos
ejemplos. Por eso no es sorprendente, como
exclama el movimiento «Occupy Wall Street»,
que dicha minoría esté tomando las
decisiones económicas, políticas y sociales
en contra de los intereses de la inmensa
mayoría de la población, del otro 99%.
No tenemos más
que verlo en reciente Real Decreto-ley
4/2012 de 24 de febrero, que ha sacado el
ministro Montoro para financiar el pago a
las empresas proveedoras de los
ayuntamientos españoles. Porque el dinero
que se presta para que las administraciones
locales puedan pagar a sus proveedores por
los servicios que dan a la ciudadanía es
un «préstamo envenenado».
En primer
lugar porque va a ser un préstamo a través
de los bancos. Esto le va a suponer a los
Ayuntamientos un coste de un interés añadido
a la deuda del 5%. Es un «negocio
redondo» para los bancos, a quienes les
hemos prestado miles de millones de euros al
1% a través del Banco Central Europeo, con
el dinero de todos. Se lo hemos dado al 1% y
ahora ellos nos lo prestan al 5%,
aprovechando la crisis y la situación de
endeudamiento, con la complicidad del
gobierno del PP que nos da esta «ayuda
envenenada» como única solución.
Este plan para
pagar las facturas pendientes a los
proveedores se saldará así con más deuda
pública y el pago de los intereses
correspondientes por parte de todos los
españoles a través de los presupuestos
locales. Se calcula que la banca se
embolsará con la operación 6.000 millones de
euros, de los que ganará globalmente 4.000
millones. El PP ha decidido por tanto volver
a rescatar y sanear las cuentas a los
bancos, en vez de «rescatar» a los
ayuntamientos con una banca pública que
recibiera dinero al 1% y lo prestara a ese
mismo 1%.
En segundo
lugar, este decreto de «ajustazo municipal»,
como ya se le conoce, tiene otra faceta
todavía más envenenada. Imitando el peor
proceder del Fondo Monetario Internacional
en sus peores tiempos, chantajea a los
municipios con la situación dramática de
endeudamiento que viven. Exigiendo que los
propios ayuntamientos se autoapliquen un
«plan de ajuste», reduciendo servicios o
cobrando por los mismos, mediante el copago
o la privatización, si quieren recibir dicha
ayuda para refinanciar su deuda.
De esta forma
el Real Decreto-Ley obliga a aplicar un plan
de ajuste que pondrá en riesgo el
mantenimiento de las prestaciones que hasta
ahora venían asumiendo los Ayuntamientos.
Parece que tras esta decisión está la
filosofía de la privatización que preconiza
el PP en todo lo público, como argumentó el
ministro Montoro refiriéndose a este Real
Decreto: «este plan beneficiará
principalmente a las grandes empresas
españolas y multinacionales relacionadas con
la sanidad, las políticas sociales y la
educación, despejando su futuro y su
presente».
Es necesario
recordar que una parte de la deuda de los
ayuntamientos proviene de la escasa
financiación de las comunidades autónomas,
de la parte que le corresponde de servicios
que prestan los ayuntamientos, así como de
su impago. Eso significa que la deuda
generada por las comunidades autónomas la
deberán pagar los ayuntamientos. De esta
forma, se están aplicando medidas
restrictivas y sancionadoras a los
ayuntamientos sin resolver el problema real
que es la financiación, pues ni el PP ni el
PSOE han querido establecer una Ley de
Financiación de las Administraciones
Locales. Sólo con una financiación estable,
derivada de una recaudación justa y
progresiva que frene el fraude fiscal, los
ayuntamientos y las administraciones locales
podrán tener ingresos suficientes con los
que hacer frente a sus gastos cotidianos y
corrientes y mantener los servicios que
necesitan los vecinos y vecinas.
Esto supone
que los ayuntamientos queden intervenidos y
un asalto a la democracia municipal,
renunciando a sus objetivos de desarrollo y
bienestar social, viéndose obligados a
renunciar a sus obligaciones de prestar
servicios necesarios a la ciudadanía. Se
impone así el gobierno del 1% sobre el 99%,
socializando las pérdidas al 99% de la
población y privatizando aún más los
beneficios a favor de ese 1%.