Era lo que
estaba sucediendo en todos los países
europeos que habían entrado en procesos
electorales desde el año 2009. En ellos los
electores castigaban duramente a los
gobiernos por el empobrecimiento que sufrían
sus economías personales y familiares.
España, en efecto, no fue una excepción: en
las urnas la propuesta socialista fue
castigada como nunca lo había sido antes en
la historia de la democracia.
Furor legislativo
Generalmente
se dice que hay que dar 100 días de
confianza a cualquier Ejecutivo para que
tenga tiempo de poner en marcha sus
políticas. En este caso, sin embargo, no ha
hecho falta esperar ese tiempo. Rajoy y sus
ministros, que tan medrosos y ‘tímidos’ en
sus propuestas se mostraban en el camino al
poder, tan pronto lo han alcanzado se han
lanzado a una acelerada, casi desbocada,
actividad que libera de esa cortesía de la
espera.
¿Qué ha pasado
para que se produzca este cambio? Lo mejor
para entenderlo es ver las medidas que ha
tomado en todos los campos en estos escasos
dos meses. En el campo económico Mariano
Rajoy ha tomado su medida que más desgaste
le ha provocado: subir
los impuestos a través del IRPF.
Curiosamente una de las pocas cosas que nos
aseguraron no sólo él, sino toda la plana
mayor del PP, que NO harían. Cospedal,
Montoro, Arenas, González Pons…, cuántas
docenas de veces les hemos visto negarlo.
Sin embargo, de manera inmediata tomaron
esta medida que ha castigado en especial a
las rentas medias y las rentas del trabajo,
y apenas significa nada para los ‘ricos’, ya
que no han tocado otros posibles impuestos,
como serían las rentas del capital.
Medidas económicas que no crean empleo
Pero además,
el Gobierno del PP, en este furor de
actividad, acaba de aprobar una durísima
Reforma Laboral (“me
va a costar una huelga general”, Rajoy dixit); congeló
los salarios mínimos, algo sin
precedentes que Zapatero no hizo ni cuando
la crisis y el déficit comenzaron a devorar
su futuro y el del PSOE, en los años 2009 y
2010, y suprimió
la renta básica de emancipación, lo
que les valía como ayuda para el pago de
alquiler de la vivienda y disfrutaban ya
aproximadamente medio millón de jóvenes; ha
ampliado los horarios y paralizado la
renovación del empleo público, lo
que de hecho significa que según vayan
jubilándose los actuales, y puesto que tan
sólo se cubrirá 1 de cada 10 plazas que
queden libres, habrá cada día menos médicos,
profesores o policías, al tiempo que ha
congelado sus sueldos, una medida que cuando
era líder de la oposición criticaba y ahora
encuentra esencial; paralizó
la aplicación de la ley de la dependencia lo
que afecta a 300.000 de las personas más
necesitadas o habla de aplicar el
déficit cero, lo que significaría
incumplir lo pactado con el Gobierno
Zapatero y el PSOE el verano pasado cuando
se produjo la reforma Constitucional que se
pactó con un margen de un déficit del 0,4%
precisamente en situaciones de especial
dificultad… Y parece que una situación más
dura que esta no es previsible. O eso
esperamos.
Consolar a los mercados
Volvemos
entonces a la pregunta ¿Por qué este furor
legislativo de Rajoy y sus ministros? Porque
la situación es tan grave que no han podido
esperar y han tenido que lanzarse a
‘consolar’ a los mercados. Contrariamente a
lo que los voceros del PP anunciaban y, por
fin, cuando llegaron al poder, los líderes
‘populares’ reconocieron porque así les
interesaba que, aún con algunos errores que
hubiera podido cometer, los problemas no
eran inherentes al Gobierno Zapatero, sino a
la crisis de los mercados, a su falta de
control en los años previos, a la crisis
financiera, al estallido de la crisis de la
deuda pública…
De esta forma,
el Rajoy que como líder de la oposición y
candidato, aún sin especificarlo, prometió
tener un plan para sacar a España de la
crisis y conocer las recetas para comenzar a
crear empleo, en estos momentos, como gran
explicación de sus medidas económicas no
tiene otro argumento que ‘la herencia
recibida’. Lo que, por cierto, también dijo
que nunca haría, y esto ya en su debate de
investidura.
Consolar a sus votantes más ‘ultras’
La realidad
está siendo muy diferente. No sólo no se
está creando empleo con las medidas que ha
tomado, sino que el mismo presidente del
Gobierno ha tenido que reconocer que el
desempleo va a seguir desbocado al menos
este año. Quizás por eso, porque sus planes
económicos no van a provocar sino ‘huelgas
generales’ y más desempleo –las dos cosas,
insistimos, han salido de su propia boca- el
Gobierno del PP se ha lanzado a esta furiosa
actividad en asuntos sociales, morales y
educativos. Lo que en la calle ya se conoce
como ‘la contrarreforma’ ¿Con qué fin? Si
vemos qué medidas son las que se han tomado
podremos contestar, de nuevo, mejor.
En estas siete
semanas, sobre todo los ministros que están
‘chupando cámara’ casi a diario –Gallardón,
Wert y Mato- nos han dejado una imagen muy
clara a través de sus anuncios:modificación
de la ley del aborto, que es de
plazos y liberaba a mujeres a mentir, para
regresar a la vieja ley de supuestos de
1985, que era hija de un tiempo histórico
superado; volver
a la cadena perpetua, aunque
presentada con un enunciado eufemístico que
habla de ‘pena de prisión permanente
revisable’; devolución
a los jueces del poder para la elección de
la totalidad del Consejo General del Poder
Judicial, lo que excluye al
Parlamento, o lo que es lo mismo, a la
opinión de la población, la posibilidad de
actuar en esta elección clave para dirigir
la vida pública; la
reforma de la ley del menor que
llevará a que se juzgue juntos a menores –a
los que se niega por ejemplo la madurez para
decidir sobre su embarazo, o poder conducir
un coche- y adultos cuando coincidan en la
comisión de un delito; imponer
tasas judiciales en segunda instancia,
lo que convierte el recurso en más factible
cuanto más dinero se tenga; considerar
la obligatoriedad de la receta médica para
adquirir la píldora del día después,
lo que dificulta evidentemente su compra y
uso, bajo un supuesto riesgo médico que los
estudios científicos niegan;supresión
de la asignatura de ‘educación para la
ciudadanía’…
Leyes que provocan debates en la calle y los
medios
Si analizamos
todas estas medidas para modificar leyes que
en muchos casos habían sido, asumidas ya con
naturalidad por la sociedad, nos damos
cuenta de que tienen una doble virtud…, para
el Gobierno actual: por un lado ‘contentan’
al lado más ‘ultra’ de su electorado,
votantes que, por cierto, están entre los
que más han criticado la decisión de la
subida del impuesto sobre el IRPF; sino que
también, y esta es la segunda virtud de este
furor legislativo ‘contrarreformista’, está
provocando un debate tanto en los medios
como en la calle que desvía la atención
sobre los asuntos económicos. Al menos en
parte. Porque esta es la desgracia de
Mariano Rajoy, los españoles le eligieron
por la situación económica, no porque
desearan que se modificara la ley del
aborto, y es por su gestión económica por la
que le pedirán cuentas… Quizás, sí, quizás,
como él teme, con una huelga general.