Cada Gobierno,
al iniciar su mandato, realiza cambios en
los distintos ministerios, no siempre para
bien. El de Rajoy ha anunciado hacer cambios
en el sistema educativo, entre ellos
eliminar la asignatura Educación para la
Ciudadanía. ¿Cómo valoramos esta iniciativa?
He sido profesor de esta materia en un
colegio religioso. He tenido la satisfacción
de ver cómo los alumnos y alumnas, a lo
largo del curso, han ido creciendo en
autoestima, responsabilidad, conciencia de
la dignidad de la persona, aceptación y
respeto a la diversidad, espíritu de
solidaridad… Han aprendido a ser tolerantes
en una sociedad cada vez más intolerante, a
utilizar el diálogo como medio de resolución
de conflictos y a tomar conciencia de que
todos los seres humanos tenemos derechos y
deberes.
El objetivo
de Educación para la Ciudadanía es ayudar a
los alumnos a convivir en la diversidad
cultural y aprender a intercambiar ideas, a
ser críticos y a razonar con madurez.
Resumo lo más significativo de los
contenidos de esta asignatura: «La dignidad
de la persona. Los valores democráticos.
Derechos y deberes de los ciudadanos.
Conocimiento de la realidad del mundo
(pobreza, hambre, injusticias, guerras,
globalización…). Sociedad y convivencia.
Relaciones interpersonales. Responsabilidad
y cooperación. Conocimiento de la
Constitución española y de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos». Entre
los criterios fundamentales de la asignatura
destacan: el respeto a las diferencias, el
diálogo, el conocimiento y rechazo de todo
tipo de discriminación, marginación e
injusticia y desarrollo de la cultura de
paz.
Presentación
de testimonios de hombres y mujeres que se
ha destacado en la humanización del mundo
(Jesús de Nazaret, Gandhi, Luther King,
Oscar Romero, Nelson Mandela, Vicente
Ferrer…). En síntesis, Educación para la
Ciudadanía busca el crecimiento personal de
los alumnos y alumnas a través del
desarrollo de actitudes y valores éticos y
morales necesarios para convivir en sociedad
y forjar un mundo mejor.
Doy fe de que
esta asignatura ha sembrado una nueva
conciencia profundamente humanista —y por lo
tanto cristiana— en el alumnado. Es
lamentable la actitud del nuevo Gobierno en
suprimirla y sustituirla por otra, con el
pretexto de «eliminar el adoctrinamiento
ideológico». ¿Acaso educar en la conciencia
crítica y social y en el respeto a la
diversidad es ´adoctrinamiento ideológico´?
¿No es, sin embargo, adoctrinamiento
ideológico lo que busca el Gobierno con la
implantación de la nueva asignatura, llamada
Educación Cívica y Constitucional,
argumentando que responde a las directrices
formuladas por el Consejo de Europa del año
2005? Lo cierto es que Educación para la
Ciudadanía siempre se ha ajustado a las
orientaciones y recomendaciones del Consejo
de Europa. Por lo tanto no se entiendo el
por qué del rechazo a esta asignatura.
El problema
parece más ideológico-partidista que real,
generado, en gran medida, por la
intolerancia de la Conferencia Episcopal y
de los sectores más extremistas y
ultraconservadores de la sociedad,
manifestando su disconformidad con la
utilización del término ´género´ en lugar de
´sexo´ dentro de una materia que busca
enseñar el respeto a la diversidad, el
rechazo del racismo, la xenofobia o la
homofobia, y el desarrollo de la igualdad de
derechos y deberes entre hombres y mujeres
dentro del marco de la Constitución española
(art. 27.2).
Otro argumento
de la Conferencia Episcopal es que Educación
para la Ciudadanía educa para que los
alumnos adquieran una «conciencia moral y
cívica acorde con las exigencias
democráticas, plurales, complejas y
cambiantes en las que vivimos en un clima de
respeto hacia otras personas y otras
posturas morales, políticas y religiosas
diferentes a la propia», y que la educación
moral de los niños y jóvenes le corresponde
a los padres de familia. Sin embargo,
Educación para la Ciudadanía no significa
que los padres de familia renuncien a
transmitir a sus hijos sus propias
convicciones, pues como bien señala el
profesor Emilio Soriano, el respeto y el
amor al prójimo es la regla de oro del
cristianismo y de todas las confesiones
religiosas.
En verdad
parece que quienes se oponen a Educación
para la Ciudadanía tienen miedo al
desarrollo de la conciencia crítica en un
mundo plural. Se resisten a perder el
monopolio de la verdad. Quisieran regresar
al nacional-catolicismo.
Como
católico, me duele esta postura
intransigente y fundamentalista, sobre
todo de un sector de la Iglesia, que más
pareciera seguir el camino de los ´escribas
y fariseos´ que el de Jesús.
La sociedad
española está necesitada de una
reconstrucción de valores éticos y
ciudadanos, a todos los niveles, entre los
jóvenes y adultos, ciudadanos de a pie y
políticos, empresarios y trabajadores… Es
por eso que el revanchismo, que da la
impresión que el actual Gobierno ha tomado,
no es ético ni contribuye al desarrollo de
la paz social.