Además de constituir una fuente de inspiración
para la industria del porno, la criada filipina se puso de moda en España
como un símbolo de clase y de prestigio social.
Son, si se permite una comparación
desafortunada, las Ferrari de las empleadas del hogar. En Historias del
Kronen de Mañas la sola presencia de la fili, que así es como el
protagonista se refería a la criada, servía para dar idea del estatus de la
familia.
Todos los capítulos empiezan igual, con la
misma frase de ese lujo asiático uniformado: “Carlos, tiléfono”.
Se tiene en nómina a estas asistentas para que
el que llame note el poderío y el buen gusto internacional.
La consejera de Educación de Madrid también
tiene su interna filipina. Lucía Fígar trajo a la suya de Noruega con una
oferta de empleo en la que exigía como requisito el dominio del tagalo, algo
que no cumplía ninguna de las más de 1.000 empleadas del hogar en paro de la
Comunidad de Madrid.
El servicio está fatal y esa es la manera que
tiene el PP de entender la inmigración ordenada: siempre con un contrato de
trabajo de por medio.
Nadie que conozca a esa encantadora paraje que
forman Figar y Carlos Aragonés, el ex jefe de gabinete de Aznar, podría
atribuirles la intención de tomar el pelo al Servicio Regional de Empleo
para complacer un capricho elitista.
Es más que probable que pretendan llevar a
cabo algún experimento pedagógico con sus hijos, al estilo de Montaigne, el
de los Ensayos, a quien en su infancia tanto sus padres como los criados
sólo se dirigían a él en latín para que fuera ésta su lengua materna, y cada
día despertaba con la suave melodía de los violinistas que rodeaban su cama.
No sería, por tanto, descabellado que la
próxima contratación de Figar fuera la de un chófer tailandés licenciado en
solfeo.
La consejera ha trascendido del bilingüismo
español-inglés que quiere extender a todos los colegios de Madrid. El futuro
está en el tagalo.
Por eso, no se sorprendan si llaman a su
domicilio y una émula extranjera de Gracita Morales les responde con el ya
clásico “la siñorita no está”.
No es clasismo sino un plan de estudios. |
Lucía Figar es la Consejera de Educación y
Empleo de la Comunidad de Madrid. Aunque resulte extraño, para nuestra
presidenta Esperanza Aguirre, ni Empleo, ni Educación tienen la suficiente
entidad para tener un Consejero a tiempo completo y por eso Lucía acumula
dos áreas de tanto calado.
Lucía, nuestra Consejera de Empleo, necesitaba
una niñera para sus criaturas -ignoro cuántas y de qué edad- y por ello, en
lugar de acudir al Servicio Regional de Empleo que ella dirige y contratar a
un demandante madrileño de su bolsa de empleo decide hacer trampas.
Como no quiere un trabajador nacional, con
familia, amigos e incluso filiación política o sindical sino una mucama, una
criada, una filipina desarraigada, calladita y obediente se salta las normas
que ella misma obliga a cumplir a otros.
En la demanda de empleo pone como condición
sine qua non que la empleada del hogar que va a cuidar de sus niños,
madrileños, hable tagalo. Imagino que todos sabéis que el tagalo es la
lengua nativa de Filipinas y que poner esa condición lleva aparejado que
solo una filipina pueda cumplir el requisito.
A nuestra Consejera de Empleo no le vale
ninguno de los más de quinientos mil madrileños y madrileñas inscritos en
busca de empleo. Ella, que aparece en los medios de comunicación como una
ferviente defensora de la Educación pública madrileña, cree tanto en lo
público que boicotea al Servicio Regional de Empleo para sentirse una
adinerada del XIX con su mucama filipina.
El líder de los socialistas Tomás Gómez ha
exigido su cese inmediato por parte de la presidenta regional y esto ha
soliviantado al mundo pepero. Ellos creen que uno en su casa contrata a
quien quiere para cuidar de sus hijos pero se les olvida que quien está
elegido por los madrileños para velar por los intereses de los madrileños,
no puede hacer trampas, utilizar atajos, saltarse las normas.
Cualquier Consejero debería ser el primero en
dar ejemplo en el cumplimiento de la Ley, más aún la Consejera de Empleo,
que tendría que haber sido muy escrupulosa con el respeto a la bolsa de
empleo que recoge más de quinientos mil dramas personales y familiares de
madrileños y madrileñas en paro.
Señora Esperanza, ya sabemos que Lucía es su
proyecto personal de heredera. Su Señoría tiene las mismas artes chulescas y
chabacanas de su Lider-Esa pero está malogrando su brillante futuro con su
despotismo frente a los docentes, su intolerancia frente a padres y alumnos
y su clasismo rayando el racismo con el servicio doméstico.
¡Váyase, doña Luci o échela, doña Espe! |