El arzobispo de
Canterbury, el Sr. Rowan Williams, es la máxima
autoridad eclesiástica de Gran Bretaña. Preside y dirige
la Iglesia Anglicana de aquel país. Su cargo es
semejante al del Cardenal Rouco Varela en España o al
Cardenal Martínez Sistach, en Catalunya. Dirige la
comunidad eclesiástica del país. Hace unos días, el Sr.
Williams publicó un artículo en el seminario New
Statesman (09.06.11) que ha creado un gran revuelo en
aquel país. En el artículo, el arzobispo no sólo critica
al gobierno conservador-neoliberal, presidido por David
Cameron, por sus recortes de gasto público, incluso
gasto público social (que está afectando negativamente
la calidad de los servicios públicos del estado del
bienestar tales como sanidad, educación y servicios
sociales, entre otros), sino que cuestiona la moralidad
e incluso la legitimidad democrática de tales medidas,
pues el gobierno Cameron las llevó a cabo inmediatamente
después de salir elegido, sin que estos recortes
estuvieran anunciados en su programa electoral.
El Arzobispo Williams sostiene que no es moral ni
democrático que un partido, que en su programa electoral
no incluía tales recortes (y que, además, su líder, el
Sr. David Cameron, había subrayado durante la campaña
electoral que no haría recortes de gasto público social)
que ahora los estuviera haciendo, habiendo iniciado los
recortes sólo días después de salir elegido. El
arzobispo añadía que estas prácticas no sólo muestran la
falta de credibilidad del dirigente conservador, sino su
muy limitada conciencia democrática. Es más, el
arzobispo añadía que el argumento que David Cameron
estaba utilizando para llevar a cabo estos recortes,
indicando que el déficit público era mayor de lo que se
esperaba, era precisamente una excusa para desarrollar
lo que obviamente ya estaba planificado.
El arzobispo añadió que la democracia exige a los
gobernantes que hagan e implementen las políticas
públicas que les instruyen los gobernados. Una
democracia representativa no es sostenible, ni ética, ni
políticamente, cuando lo que hacen los gobernantes va en
contra de lo que desean los gobernados. Y tales
recortes son enormemente impopulares. El argumento
tradicional que el discurso político da a esta situación
es que la población puede expresar su desacuerdo en las
próximas elecciones, cuatro años después de que aquellos
recortes hubieran ocurrido. No es de extrañar que la
población no sea muy receptiva a este mensaje que
reproduce una concepción muy limitada de lo que es
democracia, pues limita tal proceso al hecho de
votar cada cuatro años, lo cual es claramente
insuficiente. Lo que ocurre dentro de este periodo,
subraya el arzobispo, es también sujeto de decisión
colectiva, que requiere lealtad al electorado y
participación ciudadana.
Lamento que las autoridades eclesiásticas españolas y
catalanas no tengan la talla moral y conciencia
democrática del arzobispo de Canterbury, porque tanto el
gobierno conservador-liberal (en realidad, neoliberal),
recientemente elegido en la Generalitat de Catalunya,
como el gobierno Zapatero, están haciendo lo mismo que
el gobierno conservador liberal británico, sin que haya
habido una protesta de tales y otras instituciones del
establishment catalán y español en contra de tales
políticas. El programa electoral de CiU y el del PSOE no
incluyen en ninguna parte la realización de los recortes
muy sustanciales que están ocurriendo en los fondos
asignados a los servicios del estado del bienestar. Es
más, tanto el Presidente de la Generalitat de Catalunya,
el Sr. Artur Mas como el Presidente del gobierno
español. El Sr. José Luis Rodríguez Zapatero, indicaron
en sus campañas electorales que no harían tales
recortes, promesas que, obviamente, no respetaron.
Frente a la protesta por tales recortes, llevada a cabo
por los indignados de la Plaza Catalunya (y antes por
los sindicatos), el Sr. Artur Mas, Presidente de la
Generalitat de Catalunya, les contestó que “la mayoría
silenciosa” ya había hablado días antes en las
elecciones municipales, en las que el Presidente Mas
subrayó que el partido gobernante en Catalunya había
salido vencedor. En esta respuesta hay varios errores,
empíricos y conceptuales. Primero, los datos empíricos.
Sumando los votos a los partidos de izquierda en
Catalunya, resulta que las izquierdas consiguieron más
votos que los que recogieron los partidos de las
derechas y ello, por cierto, a pesar de la enorme
abstención que, en estas elecciones, provenía más del
electorado de izquierdas que del de derechas. El sesgo
conservador de la ley electoral catalana (que es una
mera réplica de la altamente sesgada ley electoral
española) explica en parte este hecho. La población de
Catalunya es mayoritariamente de izquierdas, aún cuando
los escaños en el Parlament y en los municipios no
reflejen esta realidad.
La representatividad limitada de las instituciones
representativas catalanas y españolas explica que aún
cuando las derechas dominan las instituciones
legislativas en Catalunya hoy, la mayoría de la
población simpatiza con las denuncias realizadas por el
movimiento de los indignados y se opone a los recortes
del gasto público social. Y ello a pesar de que la gran
mayoría de los medios de información y persuasión,
incluyendo los públicos de la Generalitat de Catalunya,
como TV3 y Catalunya Ràdio, han promovido la necesidad
de tales recortes, limitándose el debate existente en
tales medios a como realizar los recortes, sin nunca (o
raramente) citar como alternativa a los recortes, el
aumento de los impuestos de las rentas superiores
(que han visto disminuir sus impuestos considerablemente
durante los últimos quince años) y de los grandes
grupos bancarios y empresariales. Es interesante
subrayar que tales medios dieron amplia cobertura
mediática a las sesiones del Círculo de Economía que
apoyaron por grandes mayorías las políticas de recortes
de gasto público social, sin citar ni una vez que gran
número de los directivos de grandes empresas presentes
en la audiencia y participantes en los debates, eran
responsables del fraude fiscal de muchas de sus
empresas, depositando fondos en los paraísos fiscales.
No es, por lo tanto, sorprendente que el pasado domingo
viéramos en Barcelona una de las manifestaciones más
grandes que ha habido en la historia de Catalunya. Está
claro que estas manifestaciones han cogido por sorpresa
a los establishments políticos y mediáticos del país. El
hecho de que se sorprendieran muestra la enorme
distancia que existe en nuestro país entre las elites
gobernantes y mediáticas del país y las clases
populares. No debía haber sido una sorpresa que surgiera
un movimiento, muy positivo, que cuestionara las enormes
limitaciones de la democracia española exigiendo su
profunda reforma, rompiendo con los obstáculos a su
plena realización, que la transición inmodélica de la
dictadura a la democracia dominada por las fuerzas
conservadoras impuso sobre la población española. Lo que
estamos viendo ahora es una demanda generalizada de que
ocurra una segunda transición, que vaya de la democracia
muy incompleta que tenemos a una democracia de elevada
calidad, que la población desea y se merece.
Vicenç
Navarro
Catedrático de Políticas Públicas
Universidad Pompeu Fabra |