Políticas
educativas
para
el
profesorado
(pag.
1.058)
El
nuevo
borrador
de
Decreto
para
el
acceso
a
los
cuerpos
docentes
aporta
novedades
interesantes
en
lo
relativo
a la
fase
de
oposición,
con
dos
primeras
pruebas,
prácticas
y
prueba
final.
Además,
observa
más
racionalidad
y
rigor
si
lo
comparamos
con
el
anterior
Decreto.
Los
sindicatos
mayoritarios
en
el
sector
de
la
enseñanza
han
manifestado
sus
preocupaciones
sobre
la
falta
real
de
tiempo
político,
la
situación
de
debilidad
del
gobierno
y
algunas
de
las
fórmulas
que
se
manejan
en
la
propuesta
y su
incidencia
en
el
colectivo
de
los
interinos.
Hay
que
recordar
que
el
decreto
de
acceso
que
durante
cinco
años
ha
estado
vigente
se
aprobó
pensando
en
funcionarizar
a
miles
de
interinos
para
que
obtuvieron
así
sus
plazas
en
comunidades
autónomas
donde
el
problema
era
especialmente
grave,
entre
otras
cosa,
por
la
inestabilidad
que
esta
situación
aportaba
a
las
plantillas
de
las
escuelas
y
los
institutos.
Habiéndose
conseguido
el
objetivo
de
rebajar
la
interinidad
en
la
mayoría
de
las
CCAA
por
debajo
del
8%,
que
además
era
un
reto
para
la
administración
pública
que
se
recogió
en
un
acuerdo
con
las
confederaciones
de
UGT
y
CCOO,
los
sindicatos
de
la
enseñanza
deben
de
entender
que
la
política
de
personal
del
gobierno
no
la
pueden
marcar
los
interinos.
Aunque
si
no
fijamos
en
las
plazas
para
oposición
que
han
convocado
las
comunidades
autónomas,
a
instancia
del
ministerio
de
Hacienda,
el
problema
de
la
interinidad
puede
volver
en
unos
años
con
toda
su
crudeza.
Por
otra
parte,
es
un
problema
de
gran
calado
social
porque
no
hay
argumentos
que
justifiquen
tener
a
miles
de
jóvenes
con
unas
notas
media
altas,
9 y
10,
en
las
oposiciones
y
sin
posibilidad
de
acceder
a
una
plaza.
Tanto
una
situación
como
otras
son
muy
difíciles
de
explicar
a la
sociedad
y
muy
difícil
de
entender
para
los
ciudadanos
normales
que
por
cientos
de
miles
se
presentan
cada
año
a
las
oposiciones
y
ven
truncadas
sus
aspiraciones
e
ilusiones
a
pesar
del
esfuerzo.
Las
políticas
en
la
enseñanza
tienen
que
ser
capaces
de
conectar
con
las
sensibilidades
de
la
comunidad
educativa
y
con
los
problemas
que
se
generan
cada
día
en
un
sector
tan
complejo.
Las
macropolíticas
si
no
perfilan
debidamente
las
acciones
posibles
y
generan
micropolíticas
sirven
de
poco
o de
casi
nada,
esto
ha
venido
pasando
con
los
temas
relacionados
con
el
profesorado.
El
acceso
a la
función
docente
se
quedaría
en
tierra
de
nadie
si
no
va
acompañado
de
unas
políticas
que
incidan
en
la
selección
y el
acceso
a la
formación
inicial
y si
no
se
complementa
con
una
carrera
profesional
que
colme
las
aspiraciones
de
los
docentes.
Este
es
el
paquete
que
después
de
treinta
años
no
hemos
sido
capaces
de
completar,
porque
no
ha
habido
voluntad
política
o
porque
en
determinados
momentos
las
prioridades
se
han
situado
en
otros
objetivos,
como
el
año
del
pacto,
que
al
final
no
han
llegado
a
ningún
puerto.
Se
hacen
necesarias
y
urgentes
políticas
que
definan
la
profesión
docente
desde
sus
inicios
hasta
el
final
de
la
misma.
En
muchos
años
no
se
ha
legislado
para
los
docentes
o se
ha
legislado
poco
y de
forma
incompleta
y
fraccionada.
Las
políticas
educativas
dirigidas
hacia
este
colectivo
profesional
tiene
que
tener
visión
de
conjunto
y no
caer
en
el
parcheo
permanente.
El
gobierno
tienen
que
gobernar
y
los
sindicatos
pensar
más
en
los
intereses
generales,
y
menos
en
algunos
intereses
corporativos,
y
valorar
si
el
nuevo
borrador
de
Real
Decreto
viene
a
poner
más
orden,
rigor
y
sentido
común.
Aunque
el
nuevo
acceso
abra
nuevos
interrogantes
sobre
su
implantación,
desarrollo
y
gestión,
estamos
en
el
inicio
de
una
tarea
larga
y
compleja,
que
no
se
completará
sino
a
medio
y
largo
plazo.
|