Me cuentan
que un centro escolar de un municipio de
una comunidad autónoma cuyos nombres no
quiero decir recibió no ha mucho la
visita de la persona titular de la
Consejería de Educación (vamos, el/la
consejero/a). Cuando llega, le están
esperando en la puerta todos los
concejales de su partido con el alcalde
al frente. En un aparte, protestando,
los de la oposición. Comienza la visita.
Unos entran -ya se pueden imaginar
cuáles- y otros se quedan en la calle.
En este municipio, aunque creo que la
aclaración está de más, coincide el
partido que gobierna la autonomía con el
que manda en el pueblo.
Tras la
correspondiente inauguración, la persona
titular de la Consejería se dirige a
otros centro de otro municipio, cuyos
regidores ya no son de la misma
formación que el alto cargo. ¿Se repite
la escena? En absoluto. Aquí no lo
espera nadie del Ayuntamiento. Pero,
¡ah!, ¡sorpresa!, sí aparece la persona
aspirante al cargo de alcalde/sa, que sí
es del partido del jerarca. Acompaña -la
persona aspirante- al o la miembro del
gobierno en su visita y escucha con
atención el discurso que éste/a dirige a
los alumnos. Según me dice una persona
asistente, fue institucional, impecable
y muy acertado.
Ahora
hablo de lo que ha aparecido en la
prensa. En otra comunidad autónoma,
gobernada por el partido opositor al del
caso al que nos acabamos de referir, el
Gobierno ha acordado que los contenidos
propios de la educación sexual sean
diseñados por los obispos de ese
territorio y respondan a la doctrina de
la Iglesia católica. Se saltan así la
obligación de la neutralidad y desbordan
el marco del horario de religión. Todo
el alumnado va a ser instruido en un
tema serio y delicado conforme al
enfoque y visión de una religión
concreta. Esta misma comunidad autónoma
tuvo la ocurrencia de diluir la
asignatura de Educación para la
Ciudadanía impartiéndola en inglés.
¿Qué se
deduce de todo lo anterior? No sólo que
esto está muy mal, sino que no se va a
arreglar, porque cuando se produzca el
cambio de partido en el poder, el recién
llegado se sentirá justificado para
hacer lo mismo. ¿Cómo va a reclamar la
nueva oposición que los gobernantes no
hagan lo que ellos practicaron cuando
estuvieron en el poder? Y, además, se
pierde la credibilidad de los discursos.
Se dice una cosa, pero se hace otra. No
se promueve una buena educación
ciudadana, sino todo lo contrario. La
enseñanza que se puede desprender es:
habla bien, con contenidos
constructivos, pero al mismo tiempo
aprovéchate de todo lo que pueda
beneficiar a tu bando, aunque ello sea
contrario a lo que predicas.
La LODE ha cumplido 25 años. Ella fue la
que estableció que el sectarismo debería
quedar fuera de la escuela, y, en su
artículo 18 (aún en vigor) se establece
la "garantía de la neutralidad
ideológica de los centros escolares".
Hace años me mandaron un vídeo en el que
se ve a la entonces persona titular de
la Vicepresidencia del Gobierno, en la
campaña electoral, dirigiéndose a
alumnos y alumnas de un instituto
diciéndoles lo bueno que era el jefe de
su partido y lo malo que era el otro.
Uno era el futuro, el progreso y el
bienestar. El otro era el miedo, lo
antiguo. Creí que iba a decir que uno
llevaba barba y el otro no, para no
dejar las cosas sumidas en el misterio,
pero no hizo falta ni se cortó: dijo los
nombres porque ya se sabe que los
estudiantes desde que se estableció la
ESO son poco sutiles. Terminó el
fervorín diciendo que "a partir de ahí
que cada uno vea lo que tiene que
hacer". Más o menos era el contenido,
porque no tengo la transcripción exacta.
Sí. A escolares de 15 y 16 años y en el
aula. Ahí estuvo, transgrediendo la ley
valiéndose para ello del cargo que le
obligaba a hacerla cumplir.
¿Qué pacto
escolar va a haber? Ninguno. A veces da
la sensación de que los partidos no
tratan de forjar ciudadanos libres para
que, una vez educados, elijan con
conocimiento de causa. Recuerden: los
alumnos se deben formar "en el respeto
de los derechos y libertades
fundamentales y en el ejercicio de la
tolerancia y de la libertad dentro de
los principios democráticos de
convivencia". Más bien parece que estén
empeñados en hacerles ver desde la
escuela o el instituto que la opción
correcta es la que pertenece a los que
están mandando en ese momento. Eso por
estas tierras. En los lugares donde
mandan los nacionalistas, en los que
confunden intencionadamente sus
objetivos como partido con los objetivos
de la población, la manipulación
ideológica está llena de innumerables
ejemplos.
¡Lo que
son las normas! Como decía Bismarck:
"Las leyes son como las salchichas. Es
mejor no ver cómo se hacen". Yo
añadiría: ni tampoco en lo que quedan al
final. O tal vez no debemos ser
demasiado estrictos. A veces no es que
nos mientan, sino como decía el Fausto
de P. Valéry a su secretaria, la
señorita Lust: "No decimos la verdad
sino más bien la mentira que
consideramos más digna de ser verdad".