La
crisis económica que estamos viviendo
afecta de forma directa a los
presupuestos públicos. Hace ya tiempo
que empezaron los recortes. Ahora se
anuncian más, y probablemente debe ser
así. No soy economista, pero sospecho
que la recuperación económica y la
disminución del paro tiene algo que ver
con el recorte del gasto público. No
pretendo discutir cómo hemos llegado
hasta este punto, pero sí me gustaría
hablar de dónde y cómo se aplican los
recortes.
Ángel
Gabilondo, ministro de educación, ha
declarado que había que hacer recortes,
pero que éstos no podían afectar al
conjunto del gasto público en educación.
Yo también lo creo, y sospecho, además,
que se podrían recortar otras partidas,
de manera que los tijeretazos no
tuvieran efectos perversos en educación,
salud y bienestar social. En cualquier
caso, y más allá de las buenas palabras,
los recortes en educación continúan.
En
Cataluña ya se han anunciado recortes en
servicios educativos, en programas de
apoyo a la innovación educativa y en el
funcionamiento de la escuela pública. No
obstante, parece que hay dinero para
subvencionar la enseñanza privada
postobligatoria.
El
discurso sobre la crisis no puede ser,
en ningún caso, una coartada para
esconder las preferencias ideológicas de
nuestros gobernantes. Recortes en la
escuela pública y más dinero para la
privada, es el camino elegido. Hay que
denunciarlo.