No creo
que a estas alturas haya alguien que no
sepa – el titular ha hecho furor-que una
niña de cinco años fue sola a la escuela
y explicó que su padre había matado a su
madre. Se levantó y la encontró con un
cuchillo clavado en la espalda.
Parece ser
que la noche anterior se había encerrado
en su cuarto para alejarse, una vez más,
de la discusión – por llamarlo de alguna
manera-que mantenían sus padres.
Entre todo
el horror de la situación, parece
inevitable admirar la cordura y el buen
juico de alguien tan pequeño; pero lo
cierto es que este tipo de madurez es
escalofriante.
Son sólo
cinco años, y no se quedó sentada al
lado del cadáver de su madre o lejos de
él pero sin saber qué hacer. No sabemos
ni si lloró, y aunque fuera así, ello no
le impidió ser operativa: salir de casa,
andar sola por la calle y llegar al
sitio al que quería ir: la escuela, que
es adonde iba cada mañana.
Desde
nuestra lógica de adultos pensamos que
fue a pedir ayuda, pero creo que en
realidad siguió la pauta de un día
normal. La noche había sido parecida a
otras tantas, la única diferencia es que
su madre, tendida en el suelo de la
cocina, no respondía.
Además
seguramente en más de una ocasión había
oído decir a alguien, incluso a su misma
madre, que esto algún día pasaría.
Parece que
sea una heroína, pero es una gran
víctima. No porque no tenga madre y a su
padre lo busquen por asesinato, – que ya
es más que suficiente para llevar una
pesada carga-,sino porque se ha criado
en un entorno de violencia que puede que
no la haya alcanzado físicamente, pero
que ha marcado a fuego su concepción del
mundo y su vida.
Estar
expuesto a un entorno violento tiene sin
duda unas consecuencias gravísimas para
nuestro desarrollo y maduración
personal, especialmente si somos
pequeños.
Lo tenemos
claro para los países que viven algún
tipo de conflicto armado, pero nos
olvidamos de ello en el nuestro porque
supuestamente – es fácil no pensar o
menospreciar lo que suponen las
espeluznantes cifras de violencia
doméstica que estamos barajando
actualmente-vivimos en paz.