Cada 10
médicos y médicas que se jubilen, sólo
serán sustituidos por uno. Cada diez
bomberos y bomberas sólo serán
sustituidos por uno. Cada diez maestros
y maestras, cada diez profesores y
profesoras, sólo serán sustituidos por
tres. Así se consolida la privatización
de la sanidad pública. Así se consolida
la privatización de la educación
pública. Así se consolida el
desmantelamiento y privatización de los
servicios públicos. Esta es la forma de
desmontar la educación pública, la
sanidad pública, los servicios públicos.
Esta reducción de personal en los
servicios públicos ya empezó en 2008.
Cuando nos demos cuenta y reaccionemos,
será ya tarde. Empezaremos a protestar
por la falta de profesionales de la
medicina para la atención primaria y
pediátrica, la falta de especialistas en
los hospitales públicos, las largas
colas y tiempos de espera que aumentarán
cada vez más porque no dan abasto con la
demanda, la reducción del tiempo de
atención a cada paciente porque tienen
muchos en lista de espera-¦ Mientras,
las empresas de la sanidad privada se
están frotando las manos.
Esta estrategia, abanderada por algunas
comunidades autónomas, de deteriorar los
servicios públicos, para que la
ciudadanía empiece a recurrir a los
servicios privados (quienes se los
puedan pagar), es una forma de
deshacerse de lo público, privatizando
el Estado de Bienestar. Pero la pregunta
que habría que hacerse es: si el Estado
y las Administraciones públicas no
garantizan los servicios públicos, si no
los prestan, ¿para qué sirven, si esta
es su finalidad fundamental?
Cuando desde todos los ámbitos se
proclama que la educación es la mejor
inversión y un instrumento
imprescindible para combatir los peores
efectos de la actual crisis económica,
imponer nuevos recortes es una muestra
más de que tales proclamas son pura
retórica y de que la educación pública
no es una prioridad política para PSOE y
PP. Porque esta tasa de reposición en
educación es un nuevo asalto a la
educación pública, privándola del
personal docente necesario para
mantener, cuando menos, la calidad de la
atención educativa que precisan nuestros
escolares. Llega además en el peor de
los momentos, cuando los resultados
educativos en nuestro país siguen siendo
muy insatisfactorios, especialmente
entre la población con menores recursos,
por lo que esta medida lo que contribuye
es a reforzar las desigualdades
sociales.
Este tipo de recortes se traducen en el
incremento del número de interinos e
interinas, es decir, de profesorado en
situación provisional y precaria, con el
consecuente aumento de la inestabilidad
del profesorado y de los equipos
docentes. Se traduce igualmente en una
reducción pura y dura del número de
profesorado, que tiene su inmediato
reflejo en el empeoramiento de sus
condiciones y de la calidad de la
enseñanza, al tener que concentrar y
aumentar aún más el número de alumnado
por grupo. Cuando se concentra el
alumnado en las aulas, el profesorado se
ve obligado a volver a la clase
magistral, a no poder personalizar el
proceso educativo, a no poder atender la
diversidad, a tener que estar más
pendiente de la disciplina que del
aprendizaje, es decir, a convertir los
centros en espacios de contención y de
control, en vez de lugares de
aprendizaje y desarrollo personal. Esto
genera un progresivo deterioro de los
centros públicos, que hace que las
familias empecen a mirar a los centros
privados y concertados, para los que no
hay reducciones de aportaciones de
dinero público. Al revés, Comunidades
Autónomas del PP, de CIU, incluso del
PSOE, están incrementando la
financiación de la educación
privada-concertada.
Es inmoral esta política social y
económica del actual gobierno del PSOE,
que han aprovechado las Comunidades
Autónomas del PP para pisar el
acelerador de su política de
privatizaciones. Es obsceno seguir
recortando en pilares básicos del Estado
del bienestar, como la educación o la
sanidad, antes que renunciar a
inversiones «glamourosas» y de escasa
rentabilidad social, como por ejemplo el
AVE. Sólo con lo que ha costado uno de
los tramos del AVE no haría falta
recortar en Sanidad ni Educación,
denuncia el catedrático de Economía
Germà Bel. Renfe puede decir que el año
pasado ganó 2,5 millones de euros porque
no paga nada de los trenes, ya que se
los regala el Gobierno. Es decir, que el
mismo Gobierno que recorta en educación
regala los AVE a una empresa privada.
Todos los estudios realizados, como
explica el catedrático Vicenç Navarro,
muestran sobradamente que son las
inversiones en los servicios del estado
de bienestar las que crean el máximo
número de puestos de trabajo en el
mínimo de tiempo y que tales empleos son
los que benefician al mayor número de
personas posible. Comparando la creación
de empleo en infraestructuras físicas y
en inversiones verdes con las creadas en
inversiones sociales, como centros de
infancia, servicios domiciliarios a
personas dependientes, servicios
sanitarios o servicios educativos, estos
últimos son los que crean más empleo, y
proveen servicios que benefician a un
número mayor de personas. La misma
cantidad de dinero público que crea
556.000 puestos de trabajo en
infraestructuras físicas, crea 1.2
millones en los servicios del estado de
bienestar. Estos datos son especialmente
relevantes para España donde se está
siguiendo una política errónea de
reducción del empleo público y de gasto
público, desaprovechando la oportunidad
creada por la crisis de corregir el
enorme déficit de empleo público en los
servicios del estado del bienestar.
España es el país de la UE.15 con el
número más bajo de empleo público (6.5
empleos públicos por 100 habitantes, muy
inferior a 14 en Suecia, 10 en Francia,
17 en Dinamarca y 12 en Finlandia.
Tal creación de empleo público debería
financiarse a base de aumentar los
impuestos de los grupos que se
beneficiaron más en los años de
exuberancia de los beneficios bancarios
y empresariales y de las ren tas
superiores. La tasa de reposición es,
pues, parte de la respuesta neoliberal a
la crisis, promovida sobre todo por la
banca y por los partidos conservadores,
liberales y socialdemócratas, que
prioriza la reducción del déficit y de
la deuda, frente a la que debiera
promoverse favoreciendo la creación de
empleo, incluyendo empleo público, a fin
de disminuir el desempleo, una de las
causas de la falta de recuperación
económica.