Vamos
camino de ser todos nosotros mineros atrapados en el
túnel derruido en el que el sistema neoliberal nos ha
metido. Ahora le llega el turno a los pensionistas,
luego, viene la asistencia sanitaria pública. Y a
continuación, el derecho a la educación. |
En una vieja película del
maestro Billy Wilder, ‘El gran carnaval’, de 1951, la
prensa sensacionalista monta un espectáculo en torno a
un minero atrapado en los túneles, sobre cuya posible
supervivencia se levanta un gran negocio. Los mineros
chilenos, que trabajan sin ninguna medida de seguridad
en régimen de semiesclavitud, viven la misma experiencia
que el minero de Wilder y forman parte del show-business
televisivo internacional, con perforadoras que llegan
con semanas de retraso y horadan con lentitud para que
el espectáculo no decaiga. Ellos están atrapados por un
derrumbe de las galerías, pero los mineros de León y
Palencia estaban encerrados en lo hondo de sus minas
porque sus empresarios no les pagan desde hace meses los
salarios.
Dice el presidente
Zapatero que, tan pronto como los empresarios españoles
le cojan el tranquillo a la ley de reforma laboral,
estos diligentes benefactores empezarán a crear más y
mejor empleo. Tenemos un presidente que es tonto o se lo
hace o ambas cosas a un tiempo. Parece no conocer el
percal. De momento, toda la derecha está que trina con
la parodia de ‘empresario samaritano’ que UGT ha colgado
en la red. Es una distorsión insultante, dicen los que
se hacen presidir por un señor llamado Díaz Ferrán. Este
país es valleinclanesco hasta la médula. Empresario
ejemplar es el siempre subvencionado con generosidad por
las administraciones públicas, Victorino Alonso, el cual
suspende el pago de salarios a sus plantillas a la
espera de que la Comisión Europea le asegure el momio
otra buena temporada. Y los mineros quedan cerrados en
su galería, porque no pueden seguir pagando a la banca
usurera los plazos de la hipoteca. La misma banca que ha
recibido ingentes ayudas del dinero de los
contribuyentes, dinero barato con el que han seguido
especulando, mientras se lucran con las ejecuciones
hipotecarias que han dejado en la calle a más de 250.000
familias que siguen atadas por las hipotecas que
adeudan, y cuyos pisos han comprado a precio de saldo en
subasta pública. El carrusel de la avaricia sigue su
ritmo.
Vamos camino de ser
todos nosotros mineros atrapados en el túnel derruido en
el que el sistema neoliberal nos ha metido. Ahora le
llega el turno a los pensionistas, que verán prolongada
su vida laboral hasta el borde de la tumba, es decir,
viviendo en el paro y el abandono. Luego, viene la
asistencia sanitaria pública. Y a continuación, el
derecho a la educación.
Estamos en manos de
terroristas implacables que ya han aumentado en muchos
millones el número de humanidad que padece hambre y
carece de cualquier asistencia. Menos mal que el capital
se ha inventado esa versión new age de la caridad que
son las ONG.
José
María González Suárez
Coordinador general de IU-CyL |