Si los
bancos y las cajas españolas no tienen estrés, los
banqueros tampoco. Y en consecuencia, si la banca y los
banqueros no tienen estrés, los bancarios, tampoco. Y en
más consecuencia, si los bancos, los banqueros y los
bancarios españoles no tienen estrés es que en ese
sector se vive sin preocupaciones. |
No como los
controladores aéreos que los pobres están estresados
hasta lo que no somos capaces de imaginar, porque no
saben si este año van a poder cobrar 450.000 euros o se
van a quedar en sólo 445.000. Que ese es el drama. Que
no saben si con la rebaja que les ha metido el ministro
Blanco, el año que viene van a poder seguir vistiendo de
Armani y comiendo en Casa Lucio, o van a tener que
vestir de Hugo Boss y comer en el José Luis de Serrano.
Vamos, lo que hacemos todos los demás mortales, todos
los días de la semana. Pero en la banca, no. Aunque no
tengo ni idea de economía, ya me parecía que la banca
iba a superar el test del estrés porque yo siempre vi a
Botín como una rosa. Tranquilo, sin prisa, sonriente,
pausado y sin nada que denotara que andaba, por ejemplo,
como anda Mariano, todo el día de aquí para allá, ahora
detrás de la Cospedal y luego delante de la Soraya, que
eso sí que te estresa. Por muy tranquilo que seas, eso
te destroza los nervios. Te pone como si tuvieras un
foguete no cú, que decían nuestro abuelos. Pero ni
Botín, ni Fariné, ni Francisco González ni tantos otros
tienen estrés, porque hacen una vida sana y equilibrada.
Practican el golf, platican en tertulias, comen en
restaurantes de prestigio y todo lo más, todo lo más, se
ponen algo nerviosos cuando siguen el mundial de Fórmula
1. Y si, es un suponer, tiene un problema, pues llaman
al que esté en el Gobierno y les avala unas cuantas
decenas de miles de millones de euros, por si las moscas
ocurriera algún imprevisto. Para que no se estresen. Por
eso no entiendo porqué se le ha hecho la prueba del
estrés a los bancos. Tenían que habérnosla hecho a los
demás. A los que los bancos nos cobran por ir al cajero,
por una transferencia, por pedir un balance y hasta por
cerrar una cuenta. La prueba del estrés tenían que
habérsela hecho a los pinganillos que van a los bancos
creyendo que les van a conceder un préstamo. Y a los
que, cuando no llegan a fin de mes, creen que los bancos
les van a adelantar 300 euros para poder comer. Esos sí
que tienen estrés. Pero yo ya sabía, y no soy muy
despejado, que los bancos no tienen estrés. Y los
banqueros, menos. No hay más que ver lo rufos que están.
Ernesto
Sánchez Pombo
Periodista |