En medio del desastre del paro, de la deprimente pugna
por encabezar la manifestación de hoy, del sinsentido de
que un Tribunal Supremo haya desautorizado a un
Parlamento en un sistema supuestamente democrático, del
absurdo de apoyar o de renegar de un Estatut sin haberlo
leído y creyéndose sólo lo que te dicen por ahí los unos
y los otros, en medio del desastre climático y geológico
y moral y de varios otros desastres que dan la razón a
todos los apocalípticos que por los periódicos han
desgranado sus predicciones de Casandra (y que, como
Casandra, han acertado), ¡va la UE y nos conmina a
trabajar hasta los setenta! ("Bruselas presiona para
elevar la edad de la jubilación hasta los 70 años"),
arruinando así la última esperanza de muchos
trabajadores de poder ser felices durante, al menos, un
tiempito antes de que empiece la decrepitud.
Luego te sueltan cuatro números y te los crees. Pero, de
verdad alguien (alguien de y desde el poder, me
refiero), osará de una puñetera vez hablar de las
alternativas? ¿Alguien se molestará en explicar por qué
Bruselas pretende que los 27 unifiquen gastos de Estado
cuando todavía no han sabido unificar otras cosas más
importantes?
¿Alguien se esforzará en divulgar cuántos primeros
empleos se pierden para los jóvenes si se alarga de este
modo salvaje la duración de la vida laboral? (Los que
los han contado dicen que más de cien mil al año).
¿Alguien se molestará en denunciar por qué se nos está
llevando hacia un sistema americano de pensiones cuando
son precisamente los fondos de pensiones norteamericanos
los que más han contribuido a achicharrar la economía
mundial, esos fondos de pensiones que han permitido al
típico jubilado de Nebraska invertir sus dineros en la
carrera desenfrenada de una especulación bursátil que ha
hundido la economía y apartado a miles de personas de la
posibilidad de una pensión pequeña pero decente, y todo
para que el típico jubilado de Nebraska pueda comprarse
una casa en Florida y cambiar cada semana de móvil o de
licuadora de papayas?
¿Alguien se molestará en explicar cuánto del PIB
representa esa supuesta carga de mantener las
jubilaciones, carga solidaria, por otra parte, pero
también carga relativa, porque al fin y al cabo el
dinero distribuido en pensiones es también reinyectado
en la economía por medio del consumo de los jubilados y
a los presupuestos del Estado por medio de los
impuestos?
Tiene narices que los sistemas europeos de jubilación
fueran puestos en marcha, en muchos países europeos,
cuando sus economías estaban exangües y diezmadas por
guerras recién acabadas y que, ahora, en nuestra
sociedad más o menos opulenta se pretenda hacer creer
que no podemos sostenerlos. Aunque, claro, entonces la
política aún existía e imponía su visión de las cosas a
la economía, mientras que ahora es la política quien se
ha convertido en títere de los agentes económicos del
planeta, y al político que osa encararse con ellos le
cortan rápidamente la cabeza para que no sobresalga o
para que no pueda usarla.
En fin, que desde el poder político no se osa apostar
por las alternativas. Y nosotros aceptamos lo que nos
parece ineluctable con el gregarismo que siempre ha
caracterizado a las masas. ¿Para cuándo una
manifestación masiva que reclame medidas concretas para
obtener lo que de verdad es fundamental en nuestras
vidas? ¿O acaso no es fundamental poder jubilarse en
edad de merecer y no hecho unos zorros, que si hay una
edad en la que uno se merece un poco de paz, de sosiego
y de tranquilidad tras los esfuerzos prestados a la
comunidad es precisamente esa?
Inma
Monsó |