Una
frase que se está generalizando en ciertos sectores del
establishment político español, incluyendo el gobierno
español, es que gobernar significa “no temer a tener que
tomar decisiones impopulares”. Esta frase se está
utilizando para alentar al gobierno a tomar medidas como
la congelación de las pensiones, la destrucción de
puestos de trabajo en el sector público, la reducción de
los salarios de los empleados públicos, la reforma
laboral que facilitará los despidos y la reducción
salarial, medidas que están siendo, como es lógico,
altamente impopulares entre las bases electorales del
partido gobernante. |
Encuentro esta frase,
además de enormemente arrogante, carente de sensibilidad
democrática. La función primordial de un
representante político es representar a sus electores,
pues es la voz de aquellos que le han elegido. El poder
de tal gobernante deriva única y exclusivamente de la
soberanía otorgada a él o a ella por la población a la
cual representa. Y si hay un conflicto entre lo que el
representante opina y lo que los representados desean,
es el representante el que debe cambiar o dimitir. No es
el representado el que tiene que dimitir. La población
vota a un programa con el cual el representante está
comprometido. Y ninguna de estas propuestas del gobierno
Zapatero, por cierto, estaba en la lista de políticas
públicas en cuyas bases el gobierno fue elegido.
Muchas de las voces que
sostienen aquella frase de que hay que ir en contra de
la opinión de los representados parecen ser conscientes
de la incoherencia de tomar posturas contrarias a su
electorado. De ahí que subrayen el tema de la
comunicación, aduciendo que la impopularidad de las
medidas se debe a la falta de comunicación entre el
Gobierno y su electorado. Es el eterno argumento de que
las masas no entienden a las élites gobernantes que
tienen que cargar en sus hombros la responsabilidad de
tomar decisiones impopulares e incomprendidas. Esta
actitud menosprecia, no sólo la inteligencia y madurez
del electorado, sino que sobreestima las dotes del
representante, creyendo que él o ella saben más lo que
beneficia e interesa a su electorado que el propio
electorado.
La realidad es que la
impopularidad de cada una de estas políticas que el
gobierno ha tomado no se debe a que no se hayan
explicado. En realidad, los medios de mayor difusión del
país no sólo las han explicado, sino que las han
promovido activamente, pues la mayoría son de ideológica
neoliberal. Y, en cambio, las bases electorales del
gobierno socialista español, así como la mayoría de la
población, no aceptan tales medidas, y con razón.
En toda esta
justificación, la frase que debiera utilizarse no es si
hay temor a tomar medidas impopulares, sino entre
quiénes son impopulares. Lo que estamos viendo es que se
están tomando medidas impopulares entres los débiles, y
muy populares entre los fuertes, medidas que éstos
últimos han estado deseando tomar desde hace muchos
años, y ahora, con la crisis (que ellos crearon), tienen
el momento para implementarlas.
La congelación de las
pensiones, por ejemplo, fue impopular entre los
pensionistas, pues ellos tendrán que pagar un déficit
que se crea en las cuentas del estado (1.500 millones
de euros) que podría haberse evitado no bajando
los impuestos de patrimonio (2.500
millones) que beneficiaron primordialmente a las rentas
superiores. El gobierno no tuvo temor en tomar medidas
impopulares entre los pensionistas y muy populares entre
las rentas superiores.
El coraje que se exige, no
es disminuir los beneficios sociales y laborales de la
clase trabajadora, sino enfrentarse a los grupos más
poderosos (desde la banca y la patronal a las rentas
superiores). Y es ahí donde su cobardía es
decepcionante, lo cual es incluso más acentuado entre
las derechas españolas y catalanas, siempre muy próximas
al mundo financiero y empresarial, y muy lejanas de los
ciudadanos de a pie. De ahí que las derechas utilicen
constantemente la cruz y la bandera para conseguir el
apoyo que sus políticas económicas y fiscales
dificultarían. Las izquierdas no pueden regirse por el
mismo criterio de coraje que tienen las derechas, y han
de tener valor para tomar medidas impopulares entre los
poderosos en este país, que, por desgracia, no son las
clases populares.
Vicenç
Navarro
Catedrático de Políticas Públicas. Universidad Pompeu
Fabra
Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University |