EL EDITORIAL DE LA SEMANA |
La autonomía de centros exige cambios 
La clave del éxito escolar no recae sobre la autonomía de los centros, pero ésta sí se revela según los estudios nacionales e internacionales como uno de los elementos más importantes para conseguir una enseñanza y un aprendizaje con mejor calidad, más inclusivo y más participado por toda la comunidad educativa.
Pero queremos insistir que la autonomía no significa la desregulación del sistema educativo sostenido con fondos públicos, que convierte a cada centro en un reino de taifas y a la Administración autonómica en una simple gestora para asuntos económicos como lo pudiera ser cualquier caja de ahorros ligada a grupos profesionales con intereses corporativos.
La autonomía de centros no es la punta de lanza para romper el marco general que regula a la escuela pública y a la escuela sostenida con fondos públicos, sino uno de los elementos más importantes para hacer más ágil el sistema educativo en unos momentos en el que se están demandando organizaciones escolares más flexibles y con mayor capacidad para adaptarse a contextos sociales más complejos.
¿Qué cambios estructurales son necesarios para hacer efectiva la autonomía de los centros? ¿Qué es y cómo es la autonomía de los centros? responder adecuadamente a estas preguntas es más importante que colocar sin más el término autonomía en el frontispicio de cualquier reforma. Hay que rediseñar la gestión burocrática de los centros y esto requiere un nuevo modelo de regulación, derivado de un proceso más amplio de reconfiguración de la normativa, que determine las políticas educativas para introducir los necesarios cambios en la organización escolar y en la organización didáctica de los centros (cómo se organiza el conocimiento en el currículo). Y esto a su vez requiere plantillas más estables y más comprometidas con el proyecto educativo de centro, con las modificaciones que esto exigiría en la actual normativa para configurar las plantillas en los centros públicos. Y todo tiene mucho que ver con unos equipos directivos muy profesionalizados, muy bien formados y con una gran capacidad de liderazgo, capaces de desarrollar proyectos propios según demande el momento y capaces de generar recursos propios para el centro y para la comunidad educativa.
Estos ejemplos que hemos expuesto son necesarios para comprender el calado del término autonomía. No podemos hablar de autonomía si no hablamos antes de los cambios normativos y estructurales que necesita el sistema educativo para alcanzar esa autonomía de una manera efectiva y que verdaderamente sirva para afrontar las demandas y los retos actuales.. |
|
|
|
|