esde que el Gobierno de José
Luis Rodríguez Zapatero, en sus primeras decisiones,
optó por suspender la entrada en vigor de buena
parte de los preceptos de la ley de Calidad del PP,
la tramitación de ley orgánica de Educación (LOE) ha
tenido una tortuosa negociación y una extraña
aprobación, con partidos que primero se abstienen y
después votan a favor, como IU, o primero apoyan y
después se abstienen, como CIU, o que desparecen (se
van al lavabo) a la hora de votar una enmienda
comprometida.
La incertidumbre y los
continuos ejercicios de equilibrio y malabarismo han
marcado todo su recorrido. Los cambios introducidos
por el Gobierno para garantizar los votos de CiU y
un acuerdo con las escuelas católicas han puesto en
peligro a su vez el apoyo de los partidos de
izquierda, que amagaban con abstenerse. Incluso el
día de su aprobación y hasta el último momento
fueron continuas las reuniones para mantener
alianzas. Las amenazas por parte de varias
formaciones de no apoyar si no se incorpora "lo mío"
y el intento de conjugar intereses tan dispares de
algunos sindicatos (que no ,pero sí), de padres de
alumnos, de grupos parlamentarios, de la patronal de
la escuela concertada,… hace irreconocible los
fundamentos en los que se apoya la LOE.
La ex ministra de Educación y
Ciencia puede presumir de ser una experta en
economía de la educación, de ser probablemente una
de las personas que más sabe sobre los modelos
educativos y de tener un gran padrino (Peces Barba),
pero todo eso ha sido insuficiente. En todo este
proceso, San Segundo, ha sido un
convidado de piedra. Todo el mundo la ha catalogado
como una gran profesional, pero sin carácter y como
una pésima negociadora.
En los momentos decisivos fue
sustituida por la Vicepresidenta o por el portavoz Rubalcaba. Hasta el propio Rodríguez
Zapatero tuvo que salir a zanjar hace meses la
polémica sobre la religión al defender que la
asignatura será de oferta obligatoria en los
centros.
Ha sido objeto de sonadas
protestas por parte de amplios sectores de la
sociedad, de uno y otro signo.
Cuestionada por los sectores
progresistas, que esperaban de ella que abordara las
numerosas reformas que el PSOE había anunciado en su
programa electoral, lo escondió en el último cajón
de su despacho.
Se ganó el rechazo del colectivo anti-LOE,
con los padres católicos y los obispos a la cabeza,
por el tema de la religión y la polémica asignatura
de Educación para la Ciudadanía, que según ellos,
puede convertirse en la práctica en un peligroso
"adoctrinamiento estatal".
Logró el apoyo de los nacionalistas a
cambio del compromiso de aumentar los módulos de
conciertos por alumno de los centros privados y de
poder recibir contribuciones de los padres a través
de fundaciones.
Cedió ante la patronal, durante el
trámite parlamentario, rebajando el papel de las
comisiones que han de controlar la admisión del
alumnado para que los centros públicos no
acaben acogiendo a la mayoría de alumnos con mayores
dificultades de aprendizajes.
Sin embargo, supo llevarse al
huerto a algunos sindicatos, firmando un acuerdo que
tendrán que aplicar las Comunidades Autónomas, con el lema
"invito yo, pero pagas tú"
En resumen: Ha conseguido sacar adelante
una ley que no ha dejado contento a nadie. Y como
premio el presidente Zapatero, que no ha esperado ni
a las 24 horas del nacimiento de la criatura, le
despide, aprovechando una pequeña remodelación
ministerial. Tanto la LOE como ella
salen malparadas y desprestigiadas.
Le sucede otra buena
profesional de la Universidad, cercana a las ideas
de la Institución Libre de la Enseñanza, pero… el
daño a la enseñanza pública ya está hecho y su
margen de maniobra parece escaso, aunque esperemos
que pueda aplicar aquello que decía Romanones: "No
me importa que otros hagan las leyes si a mi me
dejan hacer los reglamentos". |