Los estudios
universitarios de Historia del Arte van a
desaparecer del territorio español. Esto es lo que
se desprende de la lista de carreras de humanidades
elaborada por una comisión del Ministerio de
Educación, y de cuyos resultados acaba de dar cuenta
su presidente a la Junta de la Facultad de Filosofía
y Letras de la Universidad Autónoma de Madrid. El
pretexto de esta "reordenación" es la cacareada
convergencia europea, una coartada más bien
vergonzosa para justificar decisiones que nada
tienen que ver con lo que se hace en Europa ni
benefician en absoluto a la sociedad española. Lo
primero que llama la atención de la lista de
carreras de grado que ha trascendido es su dramática
reducción respecto al número de las actualmente
existentes. En segundo lugar sorprende lo que parece
un extraño maridaje entre la vocación tecnocrática
de algunas propuestas (como las carreras de
Documentación y Traducción e Interpretación) y el
conservadurismo de otras opciones (Filosofía,
Filología Clásica, etcétera). Parece obvio que esa
lista es el resultado de una especie de pacto entre
diversos sectores de una comisión que ha trabajado
sin consultar a los sectores implicados ni hacer una
evaluación seria de las verdaderas exigencias del
mundo actual.
¿De verdad no
necesitamos en España una carrera de grado de
Historia del Arte? Podemos empezar recordando un
dato objetivo que conocen bien todos los que han
pasado en los últimos años por una facultad de
letras: los estudios de Historia del Arte son los
más demandados, muy por encima, desde luego, de
otras especialidades que sí mantienen (y nos parece
muy justo) su titulación en la lista de carreras que
se ha filtrado, como es el caso de Filosofía,
Geografía o Filología Clásica. No parece que esta
pasión de los estudiantes por la historia del arte
obedezca a una moda pasajera. Por el contrario, el
liderazgo en las humanidades de esta especialidad
debe buscarse en pulsiones culturales profundas: en
un universo crecientemente dominado por la cultura
de la imagen, cada vez más artistificado, la
historia del arte proporciona claves interpretativas
y métodos más adecuados a nuestro presente que otras
disciplinas de corte exclusivamente literario.
Parece que nuestros jóvenes están creciendo en un
complejo ecosistema iconográfico y no es extraño que
dirijan su atención hacia las disciplinas que mejor
pueden dar cuenta del universo en el que viven.
Pero Europa (y España
en particular) posee un riquísimo patrimonio
histórico artístico que debe ser analizado y
explicado. Su conservación, tutelaje y adecuada
explotación cultural no serán posibles si no
formamos adecuadamente a los especialistas que
puedan ocuparse de ello. ¿Por qué habrán de
renunciar a esta tarea las universidades españolas?
¿De verdad nos vamos a creer que esto es una
exigencia de la convergencia europea? ¿O acaso se
está pensando delegar esta formación especializada
en las universidades privadas, ofreciendo así un
negocio seguro a quienes ocupen ese espacio que
quedaría desatendido por el sector público de la
educación superior?
El universo del arte
ocupa ya una dimensión considerable en las
sociedades de todos los países de nuestro entorno.
La eclosión en España ha sido espectacular, con la
creación constante de nuevos museos, la
multiplicación de exposiciones multitudinarias, el
consumo notable de publicaciones de arte y el
crecimiento exponencial del turismo cultural. A
nadie se le oculta que las ferias de arte, las
galerías, bienales y otros eventos similares mueven
multitudes y contribuyen decisivamente a la
dinamización económica. En fin, sólo una concepción
muy anticuada de las cosas puede imaginarse el
paisaje de las humanidades en el siglo XXI sin la
presencia prominente de Historia del Arte. Y mucho
más si se tiene en cuenta que este sector de la
vieja cultura es uno de los pocos que está generando
dividendos y que ofrece nuevos puestos de trabajo,
azarosos, ciertamente (como lo son todos en esta era
de la precarización), pero muy diversificados.
Creemos, en fin, que
esa lista de carreras de grado debe ser modificada.
La sociedad española no se merece las conclusiones
de esa comisión. La supresión de la Historia del
Arte como carrera universitaria (que existe ahora en
casi todas las universidades públicas) es un golpe
mortal a la cultura, un gesto suicida y gratuito que
la España actual no se puede permitir. |